NIÑOS Y JUGUETES EN CUBA

11.12.2004 13:58
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NIÑOS Y JUGUETES EN CUBA: Ni Superman ni Elpidio Valdés.

Por Guillermo Gutiérrez Torres, secretario de Derechos Humanos de la CTDC, para Cuba Free Press.

Nota de la Redacción: En los momentos en que Fidel Castro lanza a niños y jóvenes cubanos a gritar pidiendo el retorno de un balserito náufrago y el padre del menor alega que allí no le faltaba nada, publicamos este relato, conmovedor, de un "niño de la Revolución" y sus experiencias. Cabe señalar que, a nuestro juicio, lo más demoledor es cómo los niños de Cuba viven manipulados y vapuleados por circunstancias que debían serles ajenas.

En la inolvidable canción MEMORIAS, del trovador Carlos Varela, hay unos versos que rezan: "No tengo Superman-tengo a Elpidio Valdés-y mi televisor fue ruso...y así pude vivir-teniendo que inventar los juguetes una vez al año".

Tiene razón. Los niños de aquel entonces, los nacidos con la Revolución, tuvimos que conformarnos con los 3 juguetes que nos tocaban una vez al año, es decir: 3 juguetes (1 básico, 1 no básico y 1 dirigido), que eran los instrumentos con que debíamos ser felices durante 365 días, hasta que llegara el nuevo ciclo y cruzáramos los dedos para que la
suerte nos acompañara.

Ya para entonces, el sistema era muy ortodoxo. Durante el verano, y como celebración por la fecha del 26 de julio (se sabe que lo que aconteció ese día del año 1953, no sólo fue el asalto al Cuartel Moncada, sino una rotunda derrota para los combatientes del M-26-7), se sorteaban en un bombo los números por núcleos familiares en las diferentes bodegas.

Según el número obtenido, así era de buena o mala la suerte del niño.

Daban derecho a un juguete básico (esto suponía un juguete de valor, como si fuera el premio gordo) y 2 juguetes más de poca relevancia, que podría ser una caja de bolas (canicas, marbles), una pistola plástica o vaya usted a saber...

Este infarto anual estuvo manteniéndose hasta los finales de la década del 70 cuando se restableció (para desagravio de los niños) un sólo juguete. Ironías del progreso social: el país avanzaba reduciendo la cuota de leche condensada, eliminando la elección de la Estrella y los 10 Luceros en los carnavales, sustrayendo dos juguetes al año, de una vez, a los hijos de la Revolución.

Después de esto vino el colapso total: desapareció el sistema de oferta y desaparecieron, por ende,los juguetes. Ahora que lo escribo, lo estoy lamentando por los niños que tuvieron que crecer con un signo de interrogación sobre sus cabezas. Para entonces yo ya iba a la secundaria y mis juegos apuntaban hacia el descubrimiento del sexo y otros sanos vicios de la adolescencia.

El gobierno, como es de suponer, alegó en su momento que todo ese déficit se debía al crudo bloqueo norteamericano, además de que las relaciones con China (mayor proveedor de juguetes) estaban debilitadas por la participación de Cuba en la guerra de Angola, y a Fidel parece que no le gustaban mucho los juguetes rusos.

Luego vino lo que se sabe. La década de los 90. El colapso del bloque soviético, la apoteosis del dólar y las aperturas de las tiendas, transformadas ahora en "shopping".
Al principio sus vidrieras eran cubiertas para que un pueblo acostumbrado a sobrevivir en la escasez, no sufriera el impacto de la desmesurada abundancia. Yo no sé por qué, pero apenas entré en una, lo primero que hice fue buscar el departamento de juguetería.

¿De dónde salían tantos juguetes hermosos en la década que más había "arreciado" el bloqueo?....Ahí estaban, al alcance de toda vista posible, lejos de todo disfrute imaginable. Se volvía a dar un golpe bajo a los que "nacen para ser felices". Dejaban que sus inocentes miradas se colmaran de sueños, cuando sus padres no tenían un miserable dólar partido por la mitad para saciar esos sueños.

Carlos Varela aboga que tenemos a Elpidio Valdés. Es cierto, pero lo tenemos lejos, inatrapable, no más que en la televisión y escasamente en el cine. No existe en toda la historia de estos años una sola calcomanía con la imagen del aguerrido mambí. Ni camisetas, ni pulóvers , mucho menos un juguete. El gran símbolo de nuestras historietas está concebido para guardarlo en el baúl de nuestro pensamiento.

Hoy por hoy sigue siendo una historia sin pie ni cabeza la situación de los juguetes en Cuba. Las hermosas muñecas de producción nacional, que a decir de un chovinista podían competir en elegancia con las Barbie, ahora están al alcance de todas las niñas en el escandaloso precio de 5 dólares (léase 100 o más pesos cubanos), lo que tal vez no gane la mamá de casi ninguna. Los horrendos productos plásticos producidos por las fábricas de juguetería
cubana, oscilan entre 1 dólar y 10 dólares una lancha flotante. Los niños de hoy desconocen que esos juguetes en mis
tiempos no pasaban la modesta cifra de 5 pesos cubanos.

Para concluir, quiero mencionar la última ironía del sistema comunista, para los niños que se esfuerzan en ser como el Che. La Habana está siendo invadida de ¨"Video-Games", una fascinación mecánica del mundo visual, amén del progreso de las computadoras.

Los niños encuentran la propuesta de pelear junto a las Tortugas Ninjas o escalar niveles con el Super Mario. Para lograrlo deben introducir un dólar (20 pesos cubanos), por la canal del traga monedas. Otra vez el desencanto. Ahora todo está traducido al bendito billete verde, mientras los niños, -mi hijo entre ellos-, juegan a tirarse una pelota hecha con trapos de cocina y batean con el primer palo que se encuentran en la calle. Tal vez así de lindo y
absurdo sea el futuro de los futuros niños: "seguir jugando una vez al año sin Superman, ni Elpidio Valdés".

Guillermo Gutiérrez Torres,secretario de Derechos Humanos de la CTDC, para Cuba Free Press.


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