¿APRENDEREMOS? (Autoritarismo)

La conducta autoritaria es la explícita manifestación de una Neurosis Narcisista (Psicosis) en la que el individuo afectado sufre una aguda incapacidad para conectarse racionalmente con la realidad exterior convirtiendo a su propia persona en el sustituto de la misma. Él (su “Yo”) es el objeto de su adhesión narcisista. Está totalmente lleno de sí mismo. Tan intensamente se autoadmira que se vuelve extremadamente susceptible a toda crítica, a la que responde con desenfrenada virulencia e intolerancia particularmente cuando circunstancias particulares le permiten atenuar sus estados internos de temor y recelo.
La raíz de este desorden emocional se sostiene en su imposibilidad de realizar su maduración, en su comprometida inteligencia y en su incontenible anhelo de obtener ya –sin demora y con apremio- lo que en verdad, por su inherente incapacidad productiva, envidia en todo aquello que refleja y confirma su ineptitud.
La intolerable frustración básica que los consume y el consecuente irremediable resentimiento que los acompaña les potencia una conducta fuertemente agresiva y destructiva, una indominable y psicótica belicosidad que solo amengua transitoriamente con la creciente obtención y ejercicio de un poder despótico.
De alcanzar un mínimo de ese anhelado poder, la vanidad, la soberbia, la intolerancia y la prepotencia les brota como hongo salvaje en su conducta cotidiana. Obviamente no les cabe la más mínima posibilidad de comprender y menos aún de poder asumir su deficiencia.
Portadores de una verdad ensoberbecida pero inconsistente e insostenible, deberán convivir con la frustración irremediable de que nunca podrán convencer sino tan solo forzar, doblegar, comprar o vencer por medio de la violencia física y/o moral. Este es el mecanismo que practican para lograr su anhelada conquista y su desesperado propósito y necesidad de satisfacer sus torturantes pulsiones.
Su naturaleza los condena a vivir en un estado de penosa insatisfacción que les multiplica su desenfrenada avidez.
Partiendo de su básica etapa de frustración emocional y su consecuente resentimiento, inician su trayectoria con la frenética urgencia de integrar la oligarquía que envidian, que dicen repudiar, para lo cual cualquier medio (desde la adulación, hasta la estafa, la intimidación y la agresión) les será válido para trepar a ese escaño desde el que se abrirán camino para destruir todo cuanto les obstruya el paso hacia la obtención de la condición de oligarca unipersonal (monarca), de absoluto patrón de estancia. Su apremio por el poder se multiplica incesantemente.
Una vez alcanzada aquella condición necesitará ir tomando creciente control de los medios económicos valiéndose de cualquier recurso que le permita manipular a su antojo los bienes ajenos, dando pequeños pasos iniciales para luego avanzar a los trancos.
Todo le pertenece por lo que, sin límites para su voracidad y sin escrúpulo alguno, se valdrá del engaño, de la mentira, de la prepotencia y de la presión mafiosa y/o policíaca adicta para ir tomando en sus manos el manejo de los bienes de la comunidad para asegurar la perpetuación del poder adquirido, ante lo cual le llega la imperiosa necesidad de recurrir a una herramienta más poderosa que dé sustento a su avasallamiento. Necesita valerse de una “ideología” que le permita asumir dicho manejo con carácter de puridad, poniendo –con una ficción de legalidad- la propiedad de todos los medios y recursos económicos a disposición de sus antojadizos manipuleos autoritarios.
La ideología ideal será aquella que -desde un podio simuladamente altruista- le permita “explicar y justificar” el traspaso de toda la propiedad a las “manos comunitarias del Estado” puesto que para entonces el Estado será Él.
No es la ideología la que impone la tiranía sino que es la patología del tirano la que impone la ideología que le es útil y funcional a su psicosis.
A partir de este momento trasciende el transitorio rol de patrón de estancia para asumir el rol de gran líder revolucionario que conducirá al pueblo a la prosperidad, la satisfacción y la gloria, propósitos que deberán ser aprobados, bendecidos y voceados a coro por los ya definitivamente sometidos ciudadanos, silenciando toda voz disidente.
Pero aún carece de algo que le es esencial. Necesita un escudo defensivo, una guardia protectora, tarea que transfiere e impone a los sometidos ciudadanos, “militarizándolos”, convirtiéndolos en forzosos defensores populares de su tiranía y custodios de su barbarie bajo el lema de defender a la patria de los intereses de los traidores al pensamiento que solo Él representa, embriagando a sus huestes con un nacionalismo irracional, solipsista y violento cuyo verdadero sentido es la inserción en la comunidad de un narcisismo colectivo a su servicio.
Movilizar a sus masas exacerbadas para “escuchar su voz” (cantos a su favor) es “la más maravillosa música para sus oídos” (“su alterado Ego”).
Con esta combinación de expropiación socialista y de polarizada defensa nacionalista se instalaron las más tristes tiranías que registra la historia de la humanidad, entre ellas la de Hitler (Nazismo, abreviatura en alemán de nacional socialismo), la de Mussolini (fascismo), la de Stalin (comunismo), la de Mao (librito rojo) y en nuestro continente la de Fidel Castro (patria o muerte, socialismo o muerte), ahora la de Hugo Chavez (socialismo del siglo XXI) y otros varios -entre realizados y aspirantes- cuya lista cualquiera puede completar fácilmente.
Stalin y Hitler no chocaron entre sí ideológicamente. Solo fueron dos psicópatas en desesperada lucha por tener para sí el acceso a la suprema condición de gran patrón de estancia que entre ellos se disputaban.
Todo autoritario conduce y conducirá a sus reprimidos pueblos a la pérdida de valores y de la libertad, a la pobreza y muchas veces a guerras (internas y/o externas) cuya responsabilidad, por la naturaleza egotista de sus patológicos narcisismos, disocian y adjudican -histérica e hipócritamente- a agresiones, conspiraciones, bloqueos, actos hostiles, etc, supuestamente provocados por aquellos que son los fantasmas que pueblan sus torturadas mentes delirantes.
¿Izquierda, derecha? Todo depende de donde estén parados quienes pasionalmente los miran sin comprender que son todos iguales, frutos de una misma raíz enferma.
Pero ¿por qué los pueblos esperan tanto tiempo para aprender y resucitar de tanta barbarie?.
Debatir ideas con psicóticos es tarea vana. El análisis debe ser más simple y contundente.
Cuando Hitler dejó a Alemania destruida por efecto de su nacional-socialismo, ese pueblo alemán que compartía una misma cultura, una misma estructura religiosa y una misma capacidad de trabajo, fue dividido en dos, en una Alemania Occidental y en una Alemania Oriental. Todos sabemos cual de los dos sistemas funcionó y cual fracasó, todos podemos ver por qué está hoy cambiando y creciendo la China exMao y por qué Corea del Norte se asfixia entre la escasez productiva y el terror. Si todos estamos viendo cual de los dos sistemas representa el progreso ¿por qué no despejamos nuestras mentes de tanta cerrazón ideológica? ¿por qué somos tan torpes de seguir manteniendo discusiones teóricas con los psicóticos partidarios de dictaduras, demorándonos en tomar decididamente el camino del verdadero progreso?.
Europa se vacunó contra el autoritarismo y derribó el muro ¿Qué esperamos en Latino América para terminar de aprender?.

Roberto Fernández Blanco

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