Por qué sobrevive Castro

12.05.2004 16:02
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#1 Por qué sobrevive Castro
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Rey/Reina del Foro

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Por qué sobrevive Castro

Lydia Chávez*

En una sala de ensayos, un bailarín de ballet cubano gira en el aire, como si una fuerza invisible lo hubiera desplegado en forma de arco. Después, sin parar, salta una, dos, tres veces y yo lanzo un grito ahogado ante la altura de sus grandes jetées y después otra vez, porque su dedo gordo del pie en punta va derecho hacia una barre.

Bienvenidos a Cuba, país que encandila y decepciona, en el que encuentras milagros y monstruos, pero no respuestas fáciles.

Los cubanos reconocen las contradicciones con tanta facilidad como cualquier observador exterior. No obstante, aunque aumenta la inflación y el dictador de 77 años de edad restringe el acceso a la red Internet y acaba con las aperturas económicas que alentaron la aparición de trabajadores autónomos a mediados del decenio de 1990, no es probable que los cubanos echen a Castro antes de su muerte.

Los exiliados cubanos anticastristas furibundos, agrupados en Miami, sostienen que lo que retiene a los cubanos es el miedo, pero no es cierto. Un visitante en Cuba encuentra a muchos dispuestos a quejarse, pero el miedo palpable y el odio visceral rampantes en El Salvador y Chile en el decenio de 1980 están ausentes de la Cuba actual. En cambio, hay como una parálisis... resultante de una mezcla de lealtad, miedo y adoctrinamiento, mientras esperan a regañadientes que Castro expire.

A diferencia de muchos de los gobiernos latinoamericanos resultantes de elecciones libres, Castro ha brindado de verdad a sus compatriotas servicios públicos... y sin granjearse fama de corrupto. “Toda la instrucción y la asistencia sanitaria gratuita restauran cierto equilibrio”, dijo un escritor destacado. “Su trabajo vale menos”, dijo refiriéndose a los pesos que los cubanos ganan en una economía sostenida por las remesas de dólares procedentes de la diáspora en el extranjero, pero “no es un desastre total, porque los cubanos disfrutan de ese equilibrio”.

Así, pues, a diferencia de los europeos orientales que derribaron a sus dirigentes políticos corruptos en 1989 y a algunos latinoamericanos que lo hicieron más recientemente en Bolivia, la Argentina y el Ecuador, los cubanos no se han unido contra Castro. Sí, Castro encarceló a 75 periodistas independientes y a otras personas tras una redada en abril: ése es el monstruo que hay en él. Pero otros disidentes permanecen en libertad. Ésa es la contradicción.

Además, a diferencia de otros dirigentes latinoamericanos amantes del lujo, los funcionarios cubanos no hacen alarde de estilos de vida rumbosos. Entre los países latinonamericanos, sólo Chile y el Uruguay ocupan mejores puestos en el índice de corrupción confeccionado por la organización Transparencia Internacional, pero esa situación podría cambiar, a medida que resulte difícil resistirse a los dólares y los cubanos los utilicen para abrirse paso entre ridículos obstáculos burocráticos. El dólar ha creado ya una división en el nivel de vida entre los que tienen billetes verdes y los que no.

Pese a una economía agonizante, Castro sigue prestando lo que la mayoría de los residentes de países latinoamericanos no consiguen: asistencia sanitaria e instrucción gratuitas y una sociedad relativamente libre de drogas y delincuencia. Como más del 40 por ciento de la población de América Latina vive en la pobreza, Cuba destaca como ejemplo de país en el que ser pobre no significa tener una vida miserable. Incluso el Presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, reconoció en 2001 que Cuba lo había hecho “muy bien” en materia de instrucción y asistencia sanitaria.

Más recientemente, al examinar el informe del Banco Hacer que los servicios funcionen para los pobres de 2004, sus funcionarios situaron a Cuba entre países como Sri Lanka, Costa Rica y China que “han logrado alcanzar un nivel de resultados en materia de salud e instrucción extraordinariamente favorables”.

Este invierno, el gobierno cubano ha reinvertido parte de sus ingresos por turismo en la rehabilitación de escuelas que se deterioraron en los años siguientes a la pérdida de la ayuda soviética. “Los cubanos siguen agradecidos al respecto”, dijo un diplomático occidental.

Resulta asombroso que muchos dirigentes latinoamericanos no adviertan la relación entre la reducción de la pobreza y su propia popularidad. Compárese la campaña de Castro para mejorar las escuelas con un programa de reducción de la pobreza organizada por el Partido Revolucionario Institucional de México durante un período de seis años en el decenio de 1990.

México gastó el 1,2 por ciento del PIB al año para prestar servicios básicos a sus comunidades. Según Santa Deverajan, directora del Informe sobre el Desarrollo Mundial 2004 del Banco Mundial, algunos estudios mostraban que el programa podría haber reducido la pobreza hasta en un 64 por ciento. En cambio, se distribuyeron esos fondos a los municipios en función de su lealtad política, con lo que la reducción de la pobreza representó sólo un 3 por ciento. “Si los hubieran entregado por igual a toda la población mexicana”, dice Deverajan, “habrían reducido la pobreza en un 13 por ciento”.

Ejemplos así abundan en América Latina, pero Castro comete un error al creer que la competencia es América Latina. Los cubanos no lo creen así. Sus piedras de toques son Madrid, París y Nueva York.

Un profesional instruido con esposa y dos hijos suspira al recordar un viaje a España. “Resulta difícil explicar cómo me sentí cuando estuve allí. No era como otro mundo u otro planeta, sino como otra galaxia”. Como tiene familia en España, podría emigrar, pero no se plantea esa opción en serio. “Aquí es donde quiero vivir, pero tiene que cambiar el 5 por ciento del funcionamiento de la gestión. Se achaca todo al embargo. Tenemos un embargo autoimpuesto. Nos limitamos a nosotros mismos”.

Más precisamente, Castro limita a los cubanos. Quieren respirar, pero la vida con un tirano patriarcal puede ser asfixiante. Los jóvenes cubanos parecen con frecuencia adolescentes instruidos con padres demasiado estrictos. Quieren viajar, publicar lo que deseen, bailar cuando y donde les apetezca y experimentar el mundo, como lo hizo Castro.

“No es mi lucha”, dice un cubano de 28 años de edad, refiriéndose a la batalla política de comunismo contra capitalismo que lo mantiene atrapado en la isla. “Soy de una nueva generación. Quiero ver lo que ellos tuvieron la oportunidad de ver”.

Lydia Chávez, profesora en la Universidad de California en Berkeley, está a punto de publicar un libro sobre Cuba Copyright: Project Syndicate, enero de 2004.


Aus: http://www.confidencial.com.ni/

Moskito


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12.05.2004 23:31
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#2 RE:Por qué sobrevive Castro
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Hola, la cosa está que arde. mira http://www.cubaencuentro.com

Anuncia el Gobierno de Cuba medidas inmediatas en respuesta a las acciones agresivas de la administración de Bush

Granma

Las brutales y crueles medidas que, en adición a un riguroso bloqueo que dura ya 45 años, acaba de adoptar el gobierno de Estados Unidos contra Cuba, van directamente dirigidas a estrangular nuestro desarrollo y reducir al mínimo los recursos en divisas imprescindibles para satisfacer las necesidades de alimentación, servicios médicos, educacionales y otros esenciales que nuestra población requiere.

La Revolución, apoyada en su larga experiencia, su ecuanimidad, y en la sólida unidad y elevada cultura política de su pueblo, en lo inmediato responderá con las siguientes medidas.

1. Se suspenden hasta nuevo aviso las ventas de las tiendas que ofertan sus productos en divisas, excepto alimentos y artículos de aseo e higiene personal. Garantizaremos en primer lugar los bienes y servicios que sin privilegio de ninguna índole debe recibir el total de la población del país.

2. No se alterarán en lo más mínimo los precios de los productos normados y subsidiados que se asignan a todos los ciudadanos.

3. Se mantendrán intocables los programas de salud pública en pleno desarrollo.

4. No se alterarán ni se detendrán en lo más mínimo los proyectos de educación en marcha, incluidas las meriendas y la alimentación escolar, que continuarán ampliándose.

5. La cultura, como parte esencial de la calidad de vida de nuestro pueblo, continuará su extraordinario desarrollo actual, y la formación de una cultura general integral para todos los ciudadanos no se detendrá un segundo.

6. Los programas de universalización de la enseñanza superior seguirán adelante y alcanzarán todos los rincones del país.

7. El desempleo se mantendrá por debajo del 2,5 por ciento de la población laboral activa.

8. Las casas de cambio del sistema bancario cubano (CADECAS) continuarán funcionando con su habitual seriedad y eficiencia.

9. Las tasas de cambio actuales del peso cubano, el peso convertible y el dólar continuarán inalterables.

10. Todos los fondos en pesos cubanos, pesos convertibles y dólares depositados en los bancos por los ciudadanos, y los intereses correspondientes, serán absolutamente garantizados.

11. Los mercados agropecuarios donde los campesinos ofertan sus productos a precios libres y los mercados agrícolas estatales se mantendrán funcionando bajo las mismas normas establecidas.

12. En la minería se incrementará la producción de níquel y cobalto y la búsqueda de petróleo y gas en los centros más estudiados y seguros, con la aplicación de nuevas técnicas de extracción hasta lograr el autoabastecimiento.

13. En lo que se refiere a las inversiones económicas, el principio a seguir será: prioridad total a las de más rápida amortización y mayores beneficios inmediatos.

14. En la agricultura la prioridad será para los renglones de exportación y la producción ordenada de alimentos, con más empleo de animales de trabajo, menor costo de insumos importados y menos gastos de combustible.

15. Uso racional y óptimo de las tierras liberadas de caña con la reestructuración de la industria azucarera.

Por su parte la población y todas las empresas de producción y servicios deberán realizar el máximo esfuerzo en la creación, con calidad y ahorro de recursos, de todos los bienes y servicios posibles.

Si las medidas adoptadas no fuesen suficientes para enfrentar los obstáculos, se adoptarán las que sean necesarias y siempre bajo el principio de que los requerimientos esenciales de la población sean priorizados.

La brutalidad de las medidas adoptadas por el gobierno de Estados Unidos elevará lamentablemente los precios en las cadenas de tiendas que ofertan sus productos en divisas convertibles y en los centros de expendio de combustible, aunque de ninguna forma podrán compensar los elevadísimos precios actuales de los alimentos y su transportación en el mercado mundial, ni el costo casi inaccesible del petróleo.

En cualquier circunstancia el país movilizaría los recursos adicionales que fuesen necesarios para enfrentar esta agresión con mínimo sacrificio para la población.

En estos instantes la esfera política alcanza su máxima importancia. La tarea fundamental es continuar perfeccionando las tácticas, las técnicas, los métodos y los principios de la guerra de todo el pueblo, y seguir elevando la conciencia revolucionaria, patriótica y socialista de nuestro invencible pueblo.

Nos esperan días de trabajo y sacrificio, pero también de gloria y de victorias para nuestra patria heroica.

10 de mayo del 2004
4:00 p.m.
saludos en el 13 está la madre del cordero.


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15.05.2004 10:30
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#3 RE:Por qué sobrevive Castro
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hola, discurso de fidel
Fidel Castro Ruz | La Habana

Señor George W. Bush: el millón de cubanos que nos reunimos hoy para marchar frente a su Oficina de Intereses, es solo una pequeña parte de todo un pueblo valiente y heroico que quisiera estar aquí junto a nosotros si físicamente fuese posible.

No se reúne en gesto hostil contra el pueblo de Estados Unidos, cuyas raíces éticas, originarias de la época cuando emigraron a este hemisferio los primeros peregrinos, conocemos bien. No deseamos tampoco molestar a los funcionarios, empleados y guardianes de esa instalación que, en el cumplimiento de sus misiones, gozan de toda la seguridad y garantías que un pueblo culto y civilizado como el nuestro es capaz de ofrecer. Es un acto de indignada protesta y una denuncia contra las brutales, despiadadas y crueles medidas que su gobierno acaba de adoptar contra nuestro país.

De antemano conocemos lo que usted piensa o pretende hacer creer de los que por aquí marcharán. En su opinión se trata de masas oprimidas y ansiosas de libertad lanzadas a la calle por el gobierno de Cuba. Ignora por completo que al pueblo digno y altivo que ha resistido 45 años la hostilidad, el bloqueo y las agresiones de la potencia más poderosa de la Tierra, ninguna fuerza del mundo podría arrastrarlo como un rebaño, atado cada uno de ellos con una cuerda en el cuello.

Un estadista, o alguien con la pretensión de serlo, debiera saber que las ideas justas y realmente humanas a lo largo de la historia han demostrado ser mucho más poderosas que la fuerza; de esta van quedando polvorosas y despreciables ruinas; de aquellas, rasgos luminosos que nadie podrá apagar. A cada época le han correspondido las suyas, tanto buenas como malas, y todas se han ido acumulando. Pero a esta etapa que vivimos, en un mundo bárbaro, incivilizado y globalizado, le han correspondido las peores y más tenebrosas e inciertas.

No existe en el mundo que usted quiere hoy imponer la menor noción de ética, credibilidad, normas de justicia, sentimientos humanitarios ni los más elementales principios de solidaridad y generosidad.

Todo lo que se escribe sobre derechos humanos en su mundo, y en el de sus aliados que comparten el saqueo del planeta, es una colosal mentira. Miles de millones de seres humanos viven con hambre, sin alimentos suficientes, medicinas, ropa, zapatos, viviendas, en condiciones infrahumanas, sin los más mínimos conocimientos y suficiente información para comprender su tragedia y la del mundo en que viven.

A usted seguramente nadie le ha informado cuántas decenas de millones de niños, adolescentes, jóvenes, madres, personas de mediana o mayor edad que podrían salvarse, mueren cada año en este "idílico edén de sueños" que es la Tierra, ni a qué ritmo se destruyen las condiciones naturales de vida y se está despilfarrando en un siglo y medio, con terribles efectos nocivos, los hidrocarburos que el planeta tardó 300 millones de años en crear.

A usted le bastaría pedir a sus ayudantes los datos precisos de las decenas de miles de armas nucleares, químicas, biológicas, aviones de bombardeo, mísiles de certera puntería, gran alcance y precisión, acorazados, portaaviones, armas convencionales y no convencionales con que cuentan sus arsenales, suficientes para poner fin a la vida en el planeta.

Ni usted ni nadie podría conciliar el sueño nunca. Tampoco sus aliados, que tratan de emular el desarrollo de sus arsenales. Si se toma en cuenta el bajo coeficiente de responsabilidad, el talento político, los desequilibrios entre sus respectivos estados y el poquísimo ánimo de reflexionar, entre protocolos, reuniones y asesores, los que tienen en sus manos el destino de la humanidad, pocas son las esperanzas que puedan albergar cuando contemplan, entre perplejos e indiferentes, este manicomio real en que se ha convertido la política mundial.

El objetivo de estas líneas no es ofenderlo ni insultarlo; pero como usted se ha propuesto intimidar, atemorizar a este país, y finalmente destruir su sistema económico-social y su independencia, y de ser necesario su propia existencia física, considero un deber elemental recordarle algunas verdades.

Usted no tiene moral ni derecho alguno a hablar de libertad, democracia y derechos humanos, cuando ostenta el poder suficiente para destruir la humanidad y con él intenta imponer una tiranía mundial, ignorando y destruyendo la Organización de Naciones Unidas, violando los derechos de cualquier país, llevando a cabo guerras de conquista para apoderarse de los mercados y los recursos del mundo, imponiendo sistemas políticos y sociales decadentes y anacrónicos que conducen a la especie humana al abismo.

Usted, por otras razones, no puede mencionar la palabra democracia: porque, entre ellas, su ascenso a la Presidencia de Estados Unidos todo el mundo sabe que fue fraudulento. No puede hablar de libertad, porque no concibe otro mundo que el regido bajo el imperio del terror de las mortíferas armas que sus manos inexpertas pueden lanzar sobre la humanidad.

No puede hablar de medio ambiente porque ignora por completo que la especie humana corre el riesgo de desaparecer.

Usted acusa de tiranía al sistema económico y político que ha conducido al pueblo de Cuba a los más altos niveles de alfabetización, conocimientos y cultura, entre los países más desarrollados del mundo; que ha reducido la mortalidad infantil a un índice menor que el de Estados Unidos, y cuya población recibe gratuitamente todos los servicios de salud, educación y otros de gran trascendencia social y humana.

Suena hueco y risible escucharlo a usted hablar de derechos humanos en Cuba. Este es, señor Bush, uno de los pocos países de este hemisferio donde jamás en 45 años hubo una sola tortura, un solo escuadrón de la muerte, una sola ejecución extrajudicial, ni un solo gobernante que se haya hecho millonario en el ejercicio del poder.

Usted carece de autoridad moral para hablar de Cuba, un país digno que ha resistido 45 años de brutal bloqueo, guerra económica y ataques terroristas que han costado miles de vidas y decenas de miles de millones de dólares en pérdidas económicas.

Usted agrede a Cuba por razones políticas mezquinas, en busca del apoyo electoral de un grupo decreciente de renegados y mercenarios, sin ética ni principio alguno. Usted no tiene moral para hablar de terrorismo, porque lo rodean un grupo de asesinos que mediante actos de ese tipo han causado la muerte de miles de cubanos.

Usted no disimula su desprecio por la vida humana, porque no ha vacilado en ordenar la muerte extrajudicial de un número desconocido y secreto de personas en el mundo.

Usted no tiene derecho alguno, que no sea el de la fuerza bruta, a intervenir en los asuntos de Cuba y proclamar a su antojo el tránsito de un sistema a otro, y adoptar medidas para llevarlo a cabo.

Este pueblo puede ser exterminado ―bien vale la pena que lo sepa―, barrido de la faz de la Tierra, pero no sojuzgado ni sometido de nuevo a la condición humillante de neocolonia de Estados Unidos.

Cuba lucha por la vida en el mundo; usted lucha por la muerte. Mientras usted mata a incontables personas con sus ataques indiscriminados preventivos y sorpresivos, Cuba salva cientos de miles de vida de niños, madres, enfermos y ancianos en el mundo.

Usted lo único que conoce sobre Cuba son las mentiras que emanan de las bocas voraces de la mafia corrompida e insaciable de antiguos batistianos y sus descendientes, expertos en fraudes electorales y capaces de elegir Presidente en Estados Unidos a alguien que no obtuvo los votos suficientes para alcanzar la victoria.

Los seres humanos no conocen ni pueden conocer libertad en un régimen de desigualdad como el que usted representa. Ninguno nace igual en Estados Unidos. En los guetos de personas de origen africano y latino, y en las reservas de indios que poblaron esa tierra y fueron exterminados, no existe otra igualdad que la de ser pobres y excluidos.

Nuestro pueblo, educado en la solidaridad y el internacionalismo, no odia al pueblo norteamericano ni desea ver morir a jóvenes soldados de su país, blancos, negros, indios, mestizos, latinoamericanos muchas veces, a quienes el desempleo los arrastró a enrolarse en unidades militares para ser enviados a cualquier rincón del mundo en ataques traicioneros y preventivos o en guerras de conquista.

Las increíbles torturas aplicadas a los prisioneros en Iraq han dejado estupefacto al mundo.

No pretendo ofenderlo con estas líneas ―ya lo dije. Solo aspiro a que en cualquier instante de ocio algún ayudante suyo ponga delante de usted estas verdades, aunque realmente no sean en absoluto de su agrado.

Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: Salve, César, los que van a morir te saludan.

Solo lamento que no podría siquiera verle la cara, porque en ese caso usted estaría a miles de kilómetros de distancia, y yo estaré en la primera línea para morir combatiendo en defensa de mi patria.

En nombre del pueblo de Cuba,

Fidel Castro Ruz.

aus lajiribilla.cu


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