Para una Cuba post Castro libre

10.08.2006 10:23 (zuletzt bearbeitet: 10.08.2006 10:26)
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#1 Para una Cuba post Castro libre
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Cubaliebhaber/in
Para una Cuba post Castro libre
Castro light


Anthony DePalma, de The New York Times

Incluso desde su lecho de enfermo —o el que multitudes delirantes en Miami por un momento creyeron que era su lecho de muerte— Fidel Castro estaba obsesionado por la forma en la que la historia lo juzgaría. En una declaración en la que delineó un nuevo gobierno provisional encabezado por su hermano Raúl, exhortó a los cubanos a continuar la larga lucha revolucionaria durante su ausencia, repitiendo, como siempre, que “el imperialismo nunca vencerá a Cuba”.

Con su espesa barba y retumbante retórica antiestadounidense, Castro perdurará en la imaginación cubana, como una imagen doble: una, la del revolucionario romántico de 1958 que prometió a Cuba igualdad, prosperidad e independencia; la otra, el prisionero de una confrontación de medio siglo con Estados Unidos que impidió a Cuba evolucionar en una forma que le permitiera cumplir las promesas.

Hoy muchos expertos dicen que cualquier sucesor de Castro que sea leal a la revolución podría tener que depurar su legado a fin de poder salvarlo. El pueblo cubano quizá venere su memoria, pero también demandará un cambio.

Los elementos de línea dura están aún dentro del régimen. Pero los soldados rasos, largo tiempo privados de promociones y movilidad, querrán que el ejército deje de administrar hoteles y destinos turísticos para que regrese al papel de un ejército tradicional. Los pequeños empresarios, que probaron lo que es la libre empresa con sus restaurantes y puestos de frutas, querrán una economía más libre. Los intelectuales querrán el desmantelamiento del aparato de seguridad del estado. Y la mayoría de los cubanos, pobres y marginados, demandarán una oportunidad por una vida mejor de la que han conocido bajo Fidel.

Cuba ha sobrevivido todos estos años gracias a la generosidad de “patrocinadores” que compartían el desdén de Fidel por Washington —primero la Unión Soviética con sus subsidios al azúcar, ahora Venezuela con su petróleo barato—. Pero confiar en tales amigos a largo plazo, en vez de reformar la economía de Cuba y entrar a los mercados globales por medio del comercio y el capital, parece a lo sumo una apuesta arriesgada. Y sin la mítica presencia de Fidel Castro para atraerlos, esos amigos podrían se sentir tentados a distanciarse.

Castro yace en un hospital recuperándose de una cirugía intestinal, parece enteramente posible que nunca recobre el mismo control de puño de hierro sobre el gobierno y que la transición largo tiempo esperada ha comenzado.

Pero el cambio se tendrá que hacer con cuidado. La mayoría de los 11 millones de cubanos que viven actualmente en la isla nació después que Castro subió al poder y sólo conocen el comunismo. De modo que, a pesar de las decrépitas viviendas, las escaseces de comida y el represivo sistema de seguridad, que puede hacer de una queja susurrada la base de una sentencia de cárcel, Fidel Castro sigue siendo para ellos una figura admirada. No ha permitido estatuas de sí mismo, pero su rostro en carteles, carteleras, televisión y periódicos es tan conocido para los cubanos como el cielo.

Lo que hagan Raúl Castro, quien tiene 75 años, o cualquier otro sucesor será medida de una manera sencilla: ¿Honra al legado popular de Fidel Castro o lo echa abajo? Marifeli Pérez-Stable, experta en Cuba en la “Inter-American Dialogue” en Washington, dice que el sucesor tendrá que hacer las dos cosas.

Como héroe de la misma revolución y figura prominente desde entonces, Raúl Castro es una de las pocas personas que podrían cambiar el rumbo del país, incluso para él no sería fácil.

Por ejemplo, la señora Pérez-Stable dice que cualquier sucesor se enfrentará a lo que ella llama una camisa de fuerza si quiere empezar a reformar la economía. “Lo que quede de la revolución de Fidel Castro restringirá el futuro de cualquier sucesor”.

Las restricciones más poderosas son el enconado sentimiento antiestadounidense y la economía centralizada que se basa en una ideología que se descompuso hace mucho tiempo.

Castro usó el antiamericanismo para edificar su poder político en Cuba, su reputación en Hispanoamérica, su alianza estratégica con la Unión Soviética durante la Guerra Fría, así como para forjar sus vínculos actuales con el presidente venezolano Hugo Chávez.

Pero el embargo estadounidense que siguió al triunfo de los rebeldes congeló cualquier esperanza de Cuba de construir un futuro basado en el comercio con la economía más grande del continente americano.

Canadá, México y otros países siguieron haciendo negocios con Cuba, aseverando que la manera adecuada de tratar a Castro era comprometerlo, no aislarlo. Apreciando su desafío al gigante económico bajo cuya sombra también vivían, esos países siguieron comerciando con él, aun cuando no pudiese pagar sus cuentas.

Pero con Castro fuera de la escena, ese grado de entusiasmo se podría fácilmente marchitar, dejando a su potencial sucesor con opciones más difíciles.

Una opción es China. Raúl Castro la ha visitado y ha expresado admiración por la capacidad de ese país para sus aperturas económicas al mismo tiempo que preserva el poder comunista. Podría ser un modelo para Cuba, pero los elementos ideológicos de línea dura en el gobierno lo objetarían vigorosamente.

Cuba podría seguir dependiendo de la solidaridad revolucionaria de Venezuela y su petróleo, pero eso la dejaría a merced de Chávez y dependiente del tiempo que éste dure en el cargo.

O, en la que podría ser la solución más problemática, podría aceptar alguna forma de cooperación con Estados Unidos, pero al dirigente cubano que lo hiciese se le podría acusar de hacer que Fidel Castro se revuelque en su tumba.

Además, en años recientes Castro colocó a “fidelistas” jóvenes en posiciones políticas, ideológicas y económicas claves dentro de su gobierno. Ellos tratarían de impedir que el sucesor se aparte demasiado de la devoción de Castro a la causa del antiimperialismo.

Después de todo, el resentimiento cubano contra Estados Unidos como poder intervencionista es anterior a Castro, del mismo modo que su antiamericanismo es anterior a su comunismo, y fue el éxito del líder cubano en ser una piedra en el zapato de los presidentes estadounidenses la que lo hizo un héroe en una gran parte del Tercer Mundo.

Incluso hoy, esa popularidad sobrevive en grandes partes de Hispanoamerica, como quedó reflejado en los recientes éxitos de Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia, y aporta el escenario más probable de apoyo inmediato para que un seguidor de Castro mantenga el rumbo de Cuba.

En los países donde el libre comercio y las economías abiertas — los métodos favorecidos por Washington — no han producido mejor calidad de vida, atacar a Washington es una posición política popular, y los propios fracasos económicos de Castro parece que no importan. De modo que el continuo apoyo de Chávez, en particular, podría dar a cualquier sucesor una forma de mantener a flote a Cuba sin cambios por algún tiempo.

Mientras tanto China, con su vehemente interés en el níquel cubano, podría continuar estrechando sus vínculos con el mercado de la isla.

China es un ejemplo de cómo combinar los cambios con la supervivencia política.

En Pekín, una ciudad que está experimentando un explosivo crecimiento basado en la adaptación de China al mercado global, un enorme retrato de Mao sigue colgado en la Plaza Tiananmen y grandes multitudes visitan su mausoleo. William Ratliff, investigador en la “Stanford's Hoover Institution”, experto en Cuba y China, dice que a pesar de la brutal represión bajo el gobierno de Mao la mayoría de los chinos sigue admirándolo.

Ratliff dice que la capacidad de China para honrar a Mao, incluso mientras reforma la economía que éste instituyó, podría ser un modelo para Cuba.

“Quizá el próximo viaje de Raúl a China debe ser para estudiar la fabricación de imágenes políticas”, expresó Ratliff.

http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=99$2900000000$3351651&f=20060809


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Castrocomunismo: Sistema asimétrico de desgobierno que para cada solución tiene un problema.
Democracia alemana: sistema de gobierno financiado con barril sin fondo a costa de germanos devotos y sumisos, a quienes se les cobra por valor agregado, aportes de solidaridad o impuestos politicos declarados por falta de competencia e ineptitud de sus politicos.

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10.08.2006 15:05
avatar  Cubamulata ( gelöscht )
#2 RE: Para una Cuba post Castro libre
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Cubamulata ( gelöscht )

Para el éstúpido redactor de ABC y sus estúpidos lectores!
Saludos!!!


La transición ya se produjo, ¡estúpido!
ATILIO A. BORÓN

El problema de salud de Fidel tuvo el efecto de soltar la lengua del ocupante de la Casa Blanca y de la señorita Rice (???), quienes, dando rienda suelta a su afiebrada imaginación, comenzaron a hablar de la "transición" en Cuba. No solo eso: instaron a los cubanos a levantarse contra las legítimas autoridades del país —en un acto que la OEA y las Naciones Unidas deberían condenar sin más trámite porque constituye un llamado a la sedición hecho por una potencia extranjera— y prometiendo toda clase de ayuda a los insurrectos para la "reconstrucción" de Cuba.

Tamaños disparates éticos y políticos de Washington no sorprenden. Sabemos de la bajísima calidad de la dirigencia imperial y de sus groseros desaciertos en la evaluación de las situaciones más diversas. Con George W. esta involución llegó a su paroxismo, superando lo que en materia de rusticidad intelectual parecía el inalcanzable récord de Ronald Reagan, quien se ufanaba de jamás haber leído un libro en toda su vida. uhhhh aqui hay muchos en este foro POR EL MISMO CAMINO Y DAN OPINIONES!!!! Seguramente que, cuando el presidente norteamericano y su secretaria hablan de "transición", estarán pensando en las delicias del "cambio de régimen" que con tanto éxito impusieron en Afganistán e Iraq que, gracias a sus afanes, fueron bendecidos por una ola de prosperidad y bienestar que son la envidia de todo el mundo.

Cuando en la campaña electoral de 1992 Bush padre se iba por las ramas, Clinton le dijo: "¡Es la economía, estúpido!" Algo parecido habría que decirle ahora al hijo, doblemente merecedor de tal calificación.

En Cuba la transición ya se produjo, y tuvo lugar el Primero de Enero de 1959. Una doble transición: de la dictadura a la democracia, y del capitalismo al socialismo. Contrariamente a lo que piensa la clase dominante del imperio y sus epígonos en la periferia, la democracia poco o nada tiene que ver con el multipartidismo que la señorita Rice pretende exportar a Cuba. Su propio país es una muestra perfecta de que un sistema bi o multipartidario puede ser la fachada ideal tras la cual se oculta una feroz plutocracia, es decir, un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos.

Como teórico de la democracia, prefiero a Jean-Jacques Rousseau antes que Bush y Rice, sobre todo cuando aquel la definía como un régimen social donde no había nadie que fuera tan pobre como para tener que venderse ni otro tan rico como para poder comprarlo. Bajo este riguroso parámetro, las supuestas democracias latinoamericanas —esas que con arrogancia le piden a Cuba que inicie una transición política— aparecen como lo que son: modestísimos regímenes pos dictatoriales (pos Videla, pos Pinochet, pos Stroessner, etc.) que poco, muy poco, tienen de democrático.

Transición también al socialismo: transición compleja, dificultada y entorpecida por medio siglo de bloqueo —el más prolongado jamás conocido por la historia de la humanidad— y empecinadamente sostenido por la mayor superpotencia del globo pese a las condenas y pedidos de la ONU, del Papa, de casi todos los gobiernos del mundo (con la lamentable excepción de Israel, el peón regional del imperio)y los nuevos nazis del Medio Oriente y los reclamos de la opinión pública mundial. Pese a los atentados contra la vida de Fidel, al terrorismo organizado y financiado por el gobierno norteamericano, a los sabotajes y al criminal bloqueo económico, Cuba garantiza a sus ciudadanos niveles de atención médica, educación, salud y seguridad social incomparablemente superiores a los de los gobiernos "democráticos" de América Latina, y tan buenos o mejores que los de los países más desarrollados. No hace falta mucho esfuerzo para imaginar lo que podría haber logrado Cuba de no ser por la permanente hostilidad y agresión del imperio.

Fidel es la personificación de este logro extraordinario. Es el Espartaco triunfante, que derrotó a la Roma americana, el Quijote indoblegable que sintetiza la clarividencia de Martí, el heroísmo del Che y la férrea voluntad de Ignacio de Loyola. La demostración práctica de que otro mundo es posible, incluso para un pequeño país situado a unas pocas millas del imperio y a pesar del bloqueo. Es un ejemplo que demuestra que el socialismo no es una utopía sino, como lo recordaba Mariátegui, creación heroica de nuestros pueblos. Por eso la ejemplaridad de la Revolución cubana es insoportable e imperdonable para el imperialismo y sus aliados. (Tomado de Página 12)

Uhmmm SANTAA PALABRAS!
en rojo..mis opiniones del artículo


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