La Bolita

23.06.2008 13:14
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#1 La Bolita
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La bolita (I parte)

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, junio (http://www.cubanet.org) - La adicción de los cubanos a los juegos de azar ha estado presente desde los inicios de nuestra historia. Solo así se explica que al cabo de medio siglo de ojeriza totalitaria el juego de la bolita se mantenga más lozano y enérgico que nunca antes.

A partir de las ocho de la noche, cuando son anunciados los números ganadores por la onda corta radial, se inicia toda una comunicación entre los pobladores de la ciudad. A veces entre balcones opuestos de una misma calle las vecinas se anuncian los números premiados y así va la noticia de uno a otro y de boca en boca, viajando en los ómnibus, sobre el mostrador de las bodegas o en los asientos del viejo parque de la vecindad.

Así fue siempre desde los tiempos de la colonia. Así lo recogen los cronistas de la época. Ya en la república, el juego fluía con mayor o menor fuerza dependiendo de los gobiernos de turno.

Si analizamos la historia vemos que luego de una administración restrictiva la siguiente se mostraba concesiva. Así pues, al gobierno de Estrada Palma, nada amistoso con la actividad, le sucedió la segunda intervención norteamericana donde el juego estuvo a tutiplén. A la administración de Carlos Prío, de posición indulgente, le siguió Batista con su discurso encaminado a enderezar y poner orden; mas como dictadura al fin, terminó permitiendo una vidriera de apuntaciones en cada esquina.

Ya con el triunfo de la revolución de los hermanos Castro se inició una batida contra la actividad cuyo primer escenario fue el destrozo de las mesas y maquinas de juego, para luego arremeter contra el inofensivo cubilete en las bodegas y contra los salones de jugar billar a cuyas mesas acudían los jóvenes para dejar las calenturas luego de visitar a la novia.

A escasos cuarenta días del triunfo revolucionario, el 11 de febrero de l959, se dictó la Ley # 73 que dejaba sin efecto las autorizaciones del gobierno anterior para mantener centros de juegos de azar. Seis días después, el l7, se aprobaba la Ley # 88 que suprimía la Lotería Nacional y en su lugar creaba el Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda (INAV), a cuyo frente estaría la hoy anciana Pastorita Núñez, pero que en aquel tiempo era una joven y carismática guerrillera acabada de bajar de la Sierra. En abril de l96l el INAV era absorbido por el Ministerio de la Construcción.

Pero la animosidad del estado comunista no pudo evitar que el pueblo humilde probara suerte de otras formas y maneras. Porque a los cubanos, está demostrado, les gusta la sensación y la emoción que produce el juego. Acá se le apuesta a todo. A la enfermedad de Fidel Castro, y a los equipos de béisbol nacionales y a los de las grandes ligas norteamericanas. A la permanencia de Ricardo Alarcón como presidente de la Asamblea Nacional o a la de Felipe Pérez Roque como canciller de la nación.

Y es que la gente de la Isla nunca ha jugado tanto como ahora. Parece como si medio siglo de perennes sufrimientos hiciera creer en la presencia de una maldición y probar suerte fuese una forma de verificar la vigencia o no de la condenación.

El gobierno, hace mucho tiempo dejó atrás el dogma ideológico según el cual, la fe en el destino y en la suerte era improcedente para un hombre formado en el materialismo de factura marxista. A medida que el tiempo fue acentuando el carácter totalitario del régimen cubano su tolerancia hacia el juego fue siendo mayor hasta llegar a nuestros días en que la bolita se pasea como Pedro por su casa y su más ilustre expresión, los banqueros de bolitas, comparten glorias y beneficios con lo más representativo de las autoridades oficialistas.
La bolita (final)

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, junio (http://www.cubanet.org) - En el negocio de la bolita intervienen tres personajes: el banquero, el colector y el listero. De ellos, sólo el último es reconocible. Solo él tiene contacto con la población.

El banquero, a pesar de ser el eje sobre el cual se mueve el negocio, es invisible y por tanto identificable. Como brisa matinal se siente pero no se ve y tal circunstancia rodea a su figura de un halo misterioso e interesante. El listero ha de recoger las jugadas y con ella confeccionar las listas que hace llegar al banco a través del colector. Es recompensado con un por ciento del dinero que recauda. Es al que menos le toca, pero no arriesga otra cosa que no sea el pellejo, y en tal caso puede tener la intersección del banquero ante las autoridades.

En sentido general, los que intervienen en la actividad casi nunca se ven las caras ni se reconocen, y esa mezcla de conspiración y “clandestinaje” ha resultado muy eficaz para la subsistencia y preservación de la faena.

Como cualquier otra lotería la bolita tiene sus números premiados que son captados en la Isla por la onda corta radial. La procedencia no es del todo clara y esto pudiera ser una estrategia defensiva contra la penetración policial. Se ha dicho que proviene de Venezuela y también de República Dominicana. La versión actual la sitúa en Miami.

En Cuba no se juega tanto por entretenimiento como por probar al destino y constatar si su indiferencia para con todos hace excepción en uno y nutre el bolsillo. Es algo así como un reto a la suerte misma que suscita emociones en medio de un país que parece condenado al desabrimiento y la modorra. En Cuba juega la mayoría. Negros, blancos, jóvenes, viejos, hombres y mujeres. Comunistas, opositores, chivatos, “segurosos” cristianos y espiritistas.

La inspiración o motivación puede venir de diferentes formas y tener múltiples procedencias. Pueden ser los espíritus o los santos y obrar circunstancialmente o a través de los sueños. Si caminamos por la acera y desde el jardín un perro nos asusta es un aviso sobrenatural o algo curioso que nos llama a jugarle al l5. Si se trata de los maullidos de una gata en celo sobre el tejado será el 4 que en la charada representa a este animalito.

Los sueños son vehículos preferidos por santos y espíritus para la comunicación. A veces son difíciles de interpretar. Son los así llamados “sueños bobos” que requieren consultarse con el babalao o el médium. Ese es el caso en que nos vemos en una lancha rápida rumbo a Miami, pero también hacemos el amor con una mujer con cuerpo de sirena y al mismo tiempo nos saca de una tembladera la mano de otra mujer joven. Sin duda nos dirán que juguemos al 23 (vapor), al l2 (puta) y al 5 (monja).

Como cualquier otra lotería en la bolita se gana más o menos según la cantidad de dígitos acertados y el importe de lo jugado. El jugar un número al fijo y al corrido aumenta la posibilidad. Como los números premiados son centenas, adivinando dos de ellas se gana un “parle” donde un peso puede ser premiado hasta con 900. En fin, se trata de una tramoya no tan fácil de aprender y que sólo conocen bien los viejos jugadores. Pero lo cierto en todo esto es el inmenso poder económico de un banquero cuyo capital ha de superar al millón de pesos.

La bolita puede acreditarse el honor de ser el negocio furtivo más antiguo de la aún vigente etapa revolucionaria surgida el primero de enero de l959. Nadie puede precisar la fecha exacta de su nacimiento pero recuerdo que en plena década de los años 60 del siglo pasado, cuando aguijoneados por los hermanos Castro la construcción de un “mundo nuevo” era la única consigna válida y obligada, no todos se consagraban a la utopía. Con los pies bien puestos sobre la tierra, algunos fomentaban lo que con los años ha devenido el negocio más próspero y el entretenimiento más generalizado del pueblo cubano.


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