Castro prepara su domingo de resurrección

05.04.2007 14:38
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Castro prepara su domingo
de resurrección
por Manuel Malaver
domingo, 1 abril 2007

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No está tan incomunicado Fidel Castro cómo para no recibir una llamada diaria desde Caracas de su aliado y discípulo Hugo Chávez; y no está tan despistado Chávez como para no darle a Castro noticias sobre lo que pasa en lo interno del gobierno de su hermano Raúl, y consejos de lo que debe hacerse antes y después que Fidel regrese a sucederlo.

Y así, desde Caracas, Chávez se ha convertido en un factor urticante en las pugnas que signan la política cubana desde que el mayor de los Castro dejó el poder, y en un tema obligado en conversaciones de generales, políticos y analistas que no esconden su perplejidad ante el hecho incontestable de que, el país que derrochó medio siglo tratando de hacer realidad aquello de “ primer territorio libre de América”, concluyó siendo pasto del apetito intrusivo de un mandatario extranjero.

Bien es verdad que antes de la República Bolivariana de Venezuela fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pero hace 45 años se estaba en plena Guerra Fría, y la posibilidad cierta de que los Estados Unidos barrieran con la única revolución socialista del mundo occidental justificaba cualquier sacrificio de la “soberanía y la dignidad”, al extremo de no arrugar la cara y apresurarse a apoyar todas las tropelías que los imperialistas rusos perpetraban por el mundo, invasión de países socialistas incluida.

También estaba la urgencia de hacer realidad la utopía que de brillar en toda la gloria de la justicia social, la igualdad, y el bienestar haría que todas las torres del ajedrez político latinoamericano se desplomaran como castillos de arena, y para ello era indispensable la alianza con la “otra potencia” que garantizaba armas, combustibles, alimentos y transferencia de tecnología.

Pero la Guerra Fría ya no está, ni la Unión Soviética tampoco, ni aquel mundo bipolar en el cual por el solo hecho de estar con “una” de las partes, “la otra” y sus aliados te hostigaban, boicoteaban, desestabilizaban y negaban el agua y la sal.

Todo lo contrario, el fin de la Guerra Fría, la bipolaridad y el totalitarismo significó más bien el regreso de la tolerancia, la pluralidad y la convivencia y el auge del “socialismo” como forma de distribución de la riqueza y vía para reducir la pobreza y la desigualdad, en un mundo donde la democracia y el estado de derecho, el capitalismo y la economía global y competitiva garantizarán la creación de la riqueza.

¿Cómo es entonces que el gobierno de Cuba en un escenario en que ya no estaba amenazado, y solo se le pedía para reinsertarse en la comunidad internacional un esfuerzo mínimo que reintrodujera la democracia y el estado de derecho, persiste en un modelo anacrónico que le procura males adicionales a un pueblo exhausto que hace tiempo naufraga en lo que no es exagerado definir como una catástrofe humanitaria?

Pues para mantener intocado el poder omnímodo, total e incontrolable de Fidel Castro, de la dictadura puertas adentro y la sociedad introyectiva que en más de un sentido le ha retroalimentado su imagen de líder invencible, de fuerza expansiva e indesafiable y un laboratorio de ingeniería social donde, cual doctor científico del cine expresionista alemán de comienzos del siglo pasado, aguarda la muerte pero sin reconocer equivocaciones, desmentidos, desastres, ridículos, deslices y derrotas.

Sin duda que una suerte de alegoría de la desmesura humana como solo se intuye en el “Corazón de la tinieblas” de Joseph Conrad, pero que a efectos de la política contemporánea apenas se adivina en las ráfagas que venían de la Rusia de Stalin, la China de Mao y la Corea del Norte de Kim Il Sung y Kim Jong-il.

Y es este el contexto donde irrumpen Hugo Chávez y su revolución bolivariana, si bien no para confirmar una sola de las leyes de la dialéctica, “ni de la época en que el capitalismo y el imperialismo se precipitan hacia su ruina total”, sí para recordarles a los dos caudillos hispanoamericanos, tropicales y caribeños que los milagros existen y que ya es hora de fijarse más en los santos del santoral católico y en las potencias del sincretismo religioso de la santería y de la reina María Lyonza que en tantos científicos sociales marxistaleninistas desmentidos y fracasados.

No por azar se está también en la tierra del realismo mágico que casi simultáneamente descubrieron Rómulo Gallegos, Alejo Carpentier y Gabriel García Márquez, en un despliegue sin par de la observación de que para derrocar gobiernos en América latina, fundar imperios y hacer revoluciones hay que prender velas, fumar tabacos, decir rezos y preparar zahumerios.

O sea, que con su revolucionarismo adolescente y tardío, con su país full de petrodólares y una dependencia psicologica del caudillo longevo y en trance de solicitar su visa al otro mundo, Chávez ha borrado de un plumazo las consecuencias del fin de la Guerra Fría y de la caída de la Unión Soviética, y contra las cuales Castro había guapeado con suerte diversa, pero para colocarse a punto de rendirse ahora que no solo le faltaban armas, combustibles y alimentos, sino edad y salud para cumplir el sueño de morir literalmente con las botas puestas.

De ahí que sea ingenuo no ponderar la inmensa importancia de Chávez, sin duda que no para Raúl y los hombres que tratan de abrirle otros horizontes, perspectivas y futuro a la Cuba post Castro, pero sí para el viejo caudillo moribundo que no pierde la esperanza de ser inmortal, aunque sea haciendo realidad la ilusión muy hispánica, católica y santera de seguir “echando vainas aun después de muerto”.

Y es por eso que en su lecho de enfermo, a 2000 kilómetros de distancia y entre el silencio de una Cuba sometida y los gritos de una Venezuela que se niega a someterse, varias veces al día repica el “teléfono rojo” que conecta al palacio de Miraflores en Caracas a un sitio no identificado de la capital cubana, para que los dos caudillos comenten las noticias del día, hagan pronósticos, diseñen políticas para el corto, mediano y largo plazo y preparen el domingo de resurrección por el que el mayor de los Castro volverá a hacerse con el coroto.

Y por extraño que parezca, quien mantiene a Castro informado sobre lo que pasa en Cuba es Chávez, quien le pasa los chismes y los comentarios de las movidas de mata, de los cambios que se preparan en uno y otro sector, de por qué los candidatos a sustituir los ministros que acaba de sustituir Raúl son estos y no aquellos, es el venezolano del cual dicen con justa razón sus compatriotas que no vive en Venezuela, sino en el mundo.

Y muy en especial en la isla que es como una rosa o espina sembrada en el corazón de los venezolanos y la cual empiezan a saborear en los primeros sorbos de café y azúcar que prueban en cuanto abren los ojos, y que es como el sucedáneo de la otra gran isla que tuvieron una vez a su costado, Trinidad, y perdieron porque les fue arrebata por “los piratas del Caribe” que entonces llamaban los “ingleses”.

Las noticias isleñas le llegan a Chávez de la corriente antirraúlista que desde el mismo día que Fidel cedió el poder a Raúl salió a protestar porque no se sentía lo suficientemente representada en el nuevo gobierno, pero que, como no sucedió lo peor y más bien el longevo dictador ha dado muestras de una recuperación milagrosa, viene entonces dando pasos para que regrese al Palacio de la Revolución y el proyecto socialista a lo castrochavista de unión o federación Cuba-Venezuela, y de la presidencia protémpore del nuevo país, vuelva a ponerse a la orden del día.

Trago amargo del cual no quiere oír hablar el nuevo liderazgo cubano encabezado por Raúl, que pareció perdido para siempre en cuanto se anunció la enfermedad de Fidel, pero que en la medida que la recuperación y el regreso parecen ser una realidad, ha puesto en movimiento a las huestes del castrochavismo, las ha llamado al combate, pero no contra de los Estados Unidos, el capitalismo y el imperialismo sino contra el hermano menor y los hombres que antes de que apareciera Chávez, Fidel había sacralizado para la sucesión.

Es desde luego una pelea ciclópea, que ya se había visto en los años inmediatos a la sucesión y muerte de Stalin y Mao, pero que en el caso del subcontinente del realismo mágico, la santería y la reina María Lyonza prepara asombros que ni aun soñaron Gallegos, Carpentier y García Márquez.

http://webarticulista.net.free.fr/mm2007...+Venezuela.html

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José Ortega y Gasset: "Ser de izquierdas, como ser de derechas, es una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil; ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral".


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