La desinformación como constante es política de estado en los regímenes absolutistas, este tipo de modelo se ha instalado en Argentina desde el arribo al poder de Néstor Kirchner y no es casual. El discurso de victimización esconde la realidad de una censura digitada por intermedio de premios y castigos a los encargados de informar a la opinión pública.

La desacreditación de la prensa seria ha llevado a los oportunistas en medios de comunicación masivos a seguir las directivas de un presidente hegemónico que premia la genuflexión con propaganda oficial muy bien paga, es decir si se aporta una beneficiosa crónica que exalte la gestión oficial y se guarda en los archivos los elementos negativos, los que por cierto se corresponden con la mayoría de las acciones de gobierno, serán retribuidos.

Esta relación espúrea no tiene barreras, es así que el mundo no conoce plenamente la realidad argentina que va más allá de una escueta información. Se oculta la inseguridad que castiga en todo el territorio nacional y cuya barbarie hace estremecer a la sociedad que es presa del terror provocado por las bandas de delincuentes violentos que ejercen “sus trabajos” en total impunidad.

Mientras la Justicia mira para la Casa Rosada sin cumplir con sus funciones, calla y otorga, siguiendo la funcionalidad que les impuso el poder que se adueñó de su independencia, así como de un Parlamento sumiso que vendió sus juramentos por vente denarios.

Sin representantes en mayoría los ciudadanos están a merced de los caprichos de un Presidente empeñado en subvertir los fundamentos constitucionales en su afán de disolver la institucionalidad del país, usufructuando los tres poderes de acuerdo a sus intereses.

Esta calamitosa política disfrazada de democracia se ha instaurado a partir del engaño y dentro de una fábula diseñada para llevar a cabo un plan concensuado con un terrorismo folclórico residual asociado al internacional, quienes piensan imponer su ideología en Latino América a partir de la instrumentación de un Socialismo Siglo XXI, inspirado en el ideario de Karl Marx y demás cultores de la cultura del fracaso.

En estos momentos en Argentina se habla de “pluralidad y concenso”, cuando lo que existe es un pensamiento único impuesto por el Primer Mandatario y un círculo de funcionarios cuya única línea de vida se ajusta parametralmente a una pertenencia a antiguos grupos subversivos.

Por medio de artilugios son divulgadas internacionalmente pseudo noticias con la complicidad de una prensa que se muestra ideológicamente afín, pero ya resulta difícil de ocultar las intenciones de Néstor Kirchner y su socio Hugo Chávez que conjuntamente declaran sus odios a todo lo que sea democrático. Ambos presidentes demostraron en forma autoritaria su intromisión en asuntos internos de terceros países y en actuaciones circenses pretenden dominar completamente la región.

Como si este obscurantismo pudiera disimular los embates que día a día se realizan a diferentes pueblos oprimidos dentro del submundo de estas supuestas democracias, cada vez más extendidas en Latino América.

La mancha de la revolución cubana después de tantos años no deja de extenderse con sus tortuosas prácticas y sigue acumulando víctimas entre quienes se atreven a disentir con el régimen, lo que nos permite dejar a la imaginación el rumbo que irán tomado estos presidentes, quienes ya están ocupando cárceles con presos políticos a la manera castrista.

Esta América que debería ocupar un lugar preponderante en el contexto mundial se encuentra sumergida en una Edad Media gracias a un conjunto de gobernantes sin altura moral que solo buscan perpetuarse en el poder y someter a sus pueblos.

Este tipo de concordancias afecta a las sociedades de Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, sometidas con el silencio cómplice de comunicadores que pregonan un mundo irreal, en el cual no son tenidas en cuenta, solamente son utilizadas para aportar con su sacrificio los dineros públicos, con los que compra todo tipo de voces oficialistas mientras la voz del pueblo es acallada

Autor: Susana Sechi
Directora de La Historia Paralela