La época dorada cubana.

15.03.2007 11:19
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#1 La época dorada cubana.
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Cubamulata ( gelöscht )

Es cierto que los inversionistas extranjeros y particularmente estadounidenses hacían un rico negocio en Cuba. También es incontestable que la oligarquía gozaba de un nivel de vida muy alto. Pero había un precio a todo eso resumido en el libro escrito por el Primer ministro de Finanzas del gobierno revolucionario, Rufo López-Fresquet, que se encontraba entonces en exilio y era anticastrista:

Cuando huyó Batista en enero de 1959, siete años después de la toma del poder [por el golpe de Estado de 1952], la situación económica y social había empeorado. El ingreso anual per cápita de los campesinos era de 91 dólares y 25 centavos.

Entre las familias rurales, sólo el 11% tomaba leche y el 4% comía carne. El 36% de la gente del campo sufría de parásitos intestinales y un 14% de tuberculosis. El 43% era analfabeto y el 88% de los que habían ido a clase no superaban el tercer grado. El 46% de las viviendas rurales tenían suelos de tierra. Sólo el 2,3% disponía de agua corriente y un 9,1% de electricidad en mayo de 1956; El 62,2% de la población activa trabajaba a tiempo completo.45

John F. Kennedy confesó con una admirable franqueza la siguiente cosa:

“Pienso” dijo “que no hay otro país en el mundo, incluso los países bajo dominio colonial, donde la
colonización económica, la humillación y la explotación han sido peores que las que castigaron severamente a Cuba, a causa de la política de mi país, durante el régimen de Batista”. Las desigualdades eran evidentes y la repartición de las riquezas rozaba la indecencia.


En 1953, el 40% de la población sólo disponía de un 6,2% del ingreso nacional mientras que el 20% más rico disponía del 60% de las riquezas. El análisis del sistema territorial cubano por el profesor Sydney W. Mintz de la Universidad de Yale reflejaba las enormes diferencias presentes entre las diversas capas sociales de la población con por ejemplo el 8% de los propietarios poseían el 71% de las tierras:

Según el inventario de 1946, el 20% de la superficie cultivada era propiedad de menos de 0,1% de las
explotaciones – es decir que un quinto del territorio agrícola cubano era dividido entre menos cien
explotaciones. Entre las explotaciones, un 70% tenían menos de 25 hectáreas y representaban solamente el 11%
de las tierras agrícolas. En otras palabras, la situación territorial en Cuba era típica de América Latina: una doble economía con unos enormes latifundios de un lado y muchas granjas muy pequeñas del otro.

Las empresas estadounidenses poseían el 80% de los servicios, minas, ranchos, refinerías de petróleo, el 40% de la industria azucarera y el 50% del ferrocarril. En 1949 ya, Fernando Ortíz denunciaba la dominación económica de Cuba por el capital extranjero subrayando que ninguna independencia era posible en tales condiciones donde la única línea política posible era la del gobierno norteamericano:

El banco que financia la cosecha de la caña de azúcar es extranjero, el mercado del consumo es extranjero, la junta administrativa en su sitio en Cuba, las máquinas instaladas, el capital invertido, y hasta la propia tierra de Cuba son propiedades extranjeras...como lo son de manera bastante lógica los beneficios que se escapan del país para enriquecer a los demás.

La reforma agraria del 17 de mayo de 1959, destinada a proporcionar alimentos al pueblo hambriento, objetivo principal de la Revolución, concedió la tierra a los campesinos arruinando de este modo a los latifundistas, incluía la nacionalización de las empresas, algunas pertenecientes a ciudadanos estadounidenses. Cuba había previsto indemnizar las partes perjudicadas basándose sobre el valor declarado al fisco, en un plazo razonable, y esa decisión fue aceptada por todos los países que tenían inversiones en la isla (Reino Unido, Canadá, Francia, Méjico, Italia, España...). Solo la oligarquía y Washington rechazaron la decisión exigiendo una compensación “efectiva, completa e inmediata”51 en lo que llamaron el “estándar mínimo internacional” que además no es reconocido por el Derecho Internacional. A este respecto, la legislación internacional estipula que “el derecho a la nacionalización deja las manos libres a las autoridades del Estado que dicta una medida de nacionalización de escoger las modalidades de procedimientos que el Estado estime apropiadas.

El valor jurídico de la esencia superior attribuida al principio de soberanía permanente sobre los recursos naturales, vuelve inoperante toda alegación de desigualdad fundada sobre la supuesta violación del estándar mínimo en el dominio formal”. En una palabra, ningún Estado puede imponer condiciones a otro Estado que procede a nacionalizaciones.

Además, la oligarquía batistiana, que había huido después de la llegada de los guerrilleros al poder, había saqueado el Tesoro Público lo que imposibilitaba una compensación “rápida, adecuada y efectiva”. Un informe revelado por el ministro de la Economía nota que 460 millones de dólares habían desaparecido con los exiliados. El 24 de febrero de 1959, el New York Times revelaba que “la mayor parte de los fondos cubanos volaron al extranjero con Batista y sus compiches”. Washington estaba al corriente de la situación dado que la mayoría de la élite cubana emigró a Estados Unidos .....

La nacionalización de los 400 ranchos más grandes de cría agrupando una superficie de 1,1 millón de hectáreas, en junio y julio de 1959, que era propiedad de norteamericanos y cubanos, provocó la hostilidad de los grandes
terratenientes. De ahí, empezaron los primeros ataques contra la reforma agraria.

El resentimiento de las élites se desató tan pronto como sus intereses fueron amenazados. Al tocar los intereses estadounidenses, un crimen de lesa majestad había sido comedito y no iba a ser perdonado pronto.
La ley de Reforma Urbana del 14 de octubre de 1960 proclamada por el gobierno reducía de un 50% todos los alquíleres desatando la animosidad de los propietarios inmobiliarios a pesar de las indemnizaciones previstas.65 Estas, aunque muy generosas con respecto a la situación económica catastrófica del país, afectaron considerablemente a los propietarios. Sin embargo, es verdad que el precio del alquiler era enorme y arruinaba a los cubanos pobres. En ese sector también, la participación estadounidense era tan importante que
era casi imposible decretar modificaciones económicas y sociales sin afectar al vecino del Norte que controlaba “los ranchos más importantes, las minas de cobre, los principales hoteles y establecimientos turísticos y, en asociación con los capitales británicos, la casi totalidad de la industria petrolera”.

http://www.rebelion.org/docs/3255.pdf
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