Un balsero fue el único sobreviviente de odisea - Einer hat's geschafft

09.01.2005 00:37
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Un balsero fue el único sobreviviente de odisea

WILFREDO CANCIO ISLA

El Nuevo Herald

Tras casi 20 horas batallando desesperadamente por alcanzar la orilla, Vladimir Bestard acopió sus últimas fuerzas para arrastrarse hasta la carretera más cercana y reclamar ayuda para seis compañeros de travesía que habían quedado a la deriva en alta mar.

Entonces se desplomó. Estaba deshidratado, con quemaduras en todo el cuerpo y los pies en carne viva, tiritando de frío. Era la 1:30 de la madrugada del 19 de diciembre, ocho días después de que el grupo de siete cubanos zarpara en un bote de fabricación casera desde la playa Juan Francisco, en la costa norte de Villaclara.

''De tanta desesperación e incertidumbre [en el mar], llega un momento en que no te importa lo que pase'', recordó Bestard, de 31 años, en entrevista con El Nuevo Herald. ``Recordé a mis hijas, a mi familia, y le pedí a Dios que me llevara hasta la orilla''.

Aún Bestard no puede salir de su asombro. Desnudo, con el único auxilio de un chaleco salvavidas y un par de aletas, braceó unas 25 millas para llegar a la costa de West Palm Beach. Era el único del grupo que no sabía nadar.

''Pero estaba confiado en que esta vez iba a llegar, tenía que llegar'', expresó el joven, quien había protagonizado 12 intentos de abandonar la isla desde diciembre del 2003. Para Javier Acosta, el capitán del bote, era el intento 26.

Tras la alerta, el Servicio Guardacostas emprendió una intensa búsqueda de los seis hombres desaparecidos. Pero el 22 de diciembre la pesquisa se suspendió sin que se hallara ninguna pista, ni siquiera fragmentos de la embarcación, que zozobró a unas 40 millas de las costas estadounidenses.

''Es extraño, porque todos tenían salvavidas'', señaló Bestard. ``Todavía sueño con que mis amigos aparecen, que algún barco los recogió en el mar''.

La expedición fue pacientemente planificada en el poblado de Vueltas, en el centro de la isla. El bote fue fabricado con planchas de aluminio, a un costo de $700 (unos 18,000 pesos cubanos). A última hora Bestrand tuvo que vender en $50 sus zapatillas deportivas para comprar la rosa náutica.

La fuga se fijó para el 11 de diciembre, adelantándose a los ejercicios militares previstos en la zona por la maniobra Bastión 2004. La travesía transcurrió sin sobresaltos hasta el viernes 16, cuando se acabó el combustible y la nave comenzó a hacer agua, cerca de Bahamas.

''Entonces tiramos el motor al agua y nos quedamos dos días a la deriva, sin comida y casi sin agua'', contó Bestard, quien estuvo detenido por seis meses en el Campamento de Refugiados de Nassau antes de ser devuelto a Cuba, el pasado julio.

Fue al amanecer del 18 de diciembre que sobrevino la decisión crucial. Cuatro hombres optaron por permanecer en la embarcación, pero Bestard y los hermanos Javier y Yosvani Acosta, de 29 y 28 años, respectivamente, se lanzaron al mar confiados en arribar a las costas floridanas.

''Ellos [los hermanos] eran nadadores profesionales y me dieron las patas de rana [aletas] para que me mantuviera flotando'', relató. ``Pero después de tres horas a Yosvani comenzaron a entumírsele los músculos por el frío del agua''.

En ese momento, los hermanos Acosta decidieron que Bestard intentara llegar a la costa en busca de socorro. Las luces y siluetas de edificaciones podían divisarse a lo lejos. Eran las 9 a.m. cuando los vio por última vez.

Luego de una breve estancia en el Hospital Jackson Memorial, Bestard está ya completamente recuperado de las lesiones. En estos días festivos visitó en Miami a familiares de sus amigos desaparecidos y hoy emprenderá viaje a Las Vegas, Nevada, como beneficiario del programa para inmigrantes cubanos y haitianos de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

Ayer Bestard habló por teléfono con su esposa, Tania Miranda, y sus hijas, Claudia, de 8 años, y Laura, de 6, que residen en el Reparto Eléctrico, una popular barriada de La Habana.

''Por ahora sólo pienso en trabajar para ayudarlos a ellos'', confesó Bestard, que no tiene familiares en EEUU. ``Y voy a luchar por tenerlos a todos conmigo aquí''.

Del dinero que recibió de recién conocidos por Navidad, Bestard se apuró en mandar una remesa para sus familia en Cuba.

Según él, su decisión de emigrar se intensificó al no conseguir empleo ''por mi expediente de salidas del país'', lo que lo forzaba cotidianamente a negocios ilegales para poder alimentar a su familia.

''Me cogieron con 15 libras de carne de res y tenía un juicio pendiente para pedirme 14 años... y yo prefería morirme en el mar que cumplir en una cárcel de Fidel Castro'', dijo.

Había estado preso por tres años cuando cumplía el servicio militar en 1993, acusado de hurto. El motivo: la sustracción de la batería de un tanque de guerra para adaptarla a un automóvil particular.

''El robo en Cuba es una necesidad, porque es la única manera de sobrevivir'', opinó. ``Los camiones del ejército no pueden arrancar muchas veces porque los oficiales y los reclutas se roban la gasolina para revenderla''.

Aún con la tristeza por los amigos desaparecidos, Bestard se siente un afortunado por sobrevivir al naufragio y por el trato recibido en EEUU.

''Nunca en mis 31 años había sido tratado con tanto respeto y cordialidad como en los días que he pasado en este país'', afirmó.



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