Por F. Franco

Vigo - bitacoracubana - Es irritante la actitud de cierta progresía española que quiere ver al régimen cubano con una visión idealista, siempre que no lo vivan ellos o visto desde su comodidad burguesa. El afecto que tenemos a ese país no debe ser una venda que impida reconocerlo con todos los ingredientes de una dictadura".


No se anduvo José María Calleja con medias palabras, como le es tan propio, en su charla de en el Club FARO sobre "Cuba después de Castro", tras ser presentado por la periodista de FARO Marta Fontán. Y el director y presentador del programa "El Debate" de CNN+ siguió en esa línea de sinceridad personal cuando dijo de Castro que "era un nacionalista que cogió el tren del comunismo porque le parecía en aquel tiempo que ese era el régimen que mejor le permitiría perpetuarse; y ahora parece un monarca que quiere que le suceda su hermano".

Calleja reconoció que este tema suscitaba en España grandes enfrentamientos entre defensores y detractores pero que, si hacemos un acto de honestidad crítica, debiéramos convenir que en ese régimen castrista se dan los ingredientes típicos de una dictadura. "Y es, al menos -dijo-, una gigantesca tomadura de pelo para los ciudadanos que viven en ese país y que sufren condiciones de pobreza y de falta de libertad. Miren, lo que anda como un pato, defeca como un pato y hace cuá cuá, es un pato. Y allí hay un dictador aunque despierte fascinaciones".
Calleja no sólo habló de ese turismo sexual en que había caído la isla sino de otro que llamó "turismo del ideal". "Pongo por ejemplo -afirmó- a esos nacionalistas del País Vasco, que como ya se sabe son de un país que no tiene más problema que el colesterol y los demás son todos inventados, que van allí a decir qué gran país con el chuletón asegurado en el suyo, o a gritar `Patia y libertad".

El periodista invocó al espíritu español de la Transición como deseo que él tendría para Cuba. "Yo soy un admirador de nuestra Transición, en la que pasamos de la dictadura a la democracia siendo capaces de encontrarnos todos en un tapete llamado Constitución. Dicho de otro modo, nos negamos a matarnos entre nosotros. Lo digo porque veo en Cuba un cierto riesgo de explosión revanchista por odios acumulados".

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