Die streunenden Kinder - Los Niños silvestres

05.12.2004 13:47
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#1 Die streunenden Kinder - Los Niños silvestres
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Die ist ein Bericht eines unabhängigen Journalisten aus Kuba vom 15.08.2003. Er wurde telefonisch nach Miami übermittelt, wo er in die Website http://www.cubanet.org eingestellt wurde. In Kuba selbst existieren keine unabhängigen Medien, wo solche Artikel veröffentlicht weden könnten.

Der Journalist muss jederzeit damit rechnen, aufgrund eines Willkürparagraphen für Jahrzehnte ins Gefängnis gesteckt zu werden.

Die Website http://www.cubanet.org wird von kubanischen Stellen blockiert. Leute in Kuba, die diese Verbot umgehen und ausreichende Kenntnisse besitzen dies zu tun, müssen damit rechnen im Gefängnis zu landen.

http://www.cubanet.org/CNews/y03/ago03/15a6.htm

Niños silvestres

PINAR DEL RÍO, agosto (http://www.cubanet.org) - El grupo de turistas extranjeros quedó sorprendido con la escena. Era como una película de ficción. El policía corría dando gritos de advertencia detrás del niño. Se trataba de un muchacho en edad escolar. Otro policía intentaba explicar a los turistas lo ocurrido. Les hablaba sobre prohibiciones nuevas contra esos menores de la calle. "Ya son demasiado".

Al rato llegó el policía que había corrido, con el muchacho de la mano. Esto ocurrió en la misma esquina donde se encuentra la fábrica donde se elabora un famoso licor local, y los turistas llegan a diario al lugar. Pinar del Río le debe algo de celebridad a esa bebida conocida como Guayabita del Pinar.

Los muchachos aprovechan las constantes visitas de extranjeros a la fábrica, y van al asedio. Reclaman a los turistas de todo: desde un chicle a un lapicero; desde un caramelo hasta un dólar.

Esa mañana había muchos niños esperando la llegada de los ómnibus de los turistas. Fue en ese momento que sucedió lo del policía persiguiendo al muchacho. Los otros menores pudieron evadir a la policía. Ahora se llevaban al niño en una patrulla. El hombre que explicaba a los turistas había llamado a la unidad policial. Algunos pidieron al policía que dejaran ir al muchacho. Fue inútil. El agente continuó explicando las leyes de protección al turista.

Algunos extranjeros entraron en la fábrica, dejando con la palabra en la boca al policía, que frunció su rostro, contrariado. Al fin y al cabo se trataba de un turista, y en Cuba los extranjeros pueden andar a sus anchas. Ningún policía se atreve a preguntar a dónde va ni de dónde viene.

Los muchachitos miraban desde una esquina lejana. No se atrevían a acercarse a la fábrica. Esa mañana las cosas no habían salido bien. Habría que esperar otro día y otros visitantes, y así, con un poco más de suerte, se les pegaría algo a los más listos de la "pandilla".

Esos niños proliferaron a principio de la década del 90, con la entrada masiva de turistas al país, y los menores comenzaron a pedir a los extranjeros. Luego llegó la alarma de las autoridades, y la alarma trajo nuevas leyes y medidas represivas.

Nada de eso ha podido detener a los chiquillos, porque nadie puede contra la necesidad y el hambre. Esos muchachos, en su mayoría, son hijos de obreros de pocos ingresos. Algunos pertenecen a familias de desempleados y en su mayoría han abandonado para siempre la escuela. Los padres aceptan esa realidad con resignación.

La realidad es que muchas veces los muchachos llegan a la casa con alguna que otra cosa obtenida a través de la misericordia de los extranjeros. Los más dichosos llegan a la casa con dólares. Esto tiene su cara más triste cuando se trata de las muchachas que, a la vuelta de un año o dos se convierten en jineteras y comienzan a frecuentar hoteles de lujo, vedados a los ciudadanos cubanos.

Puede darse el caso de que un cubano, infiltrado entre el grupo de turistas, pase inadvertido a la pupila acosadora del policía. Y puede que haya tomado notas de los hechos. Y las notas se conviertan en esta crónica que va dedicada a los niños silvestres de la calle. cnet/06



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