La Mesa redonda: ''De eso no se habla''

21.04.2007 12:36
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#1 La Mesa redonda: ''De eso no se habla''
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Rey/Reina del Foro

Por Jesús Laó
En una de esas sistemáticas encuestas que el Instituto de radio y TV realiza en Cuba para tomar el pulso a las preferencias de sus muchísimos televidentes (pese a las antenas clandestinas, que a la verdad trasmiten unos “paquetes”, en todos los sentidos, mucho peores), un programa ha brotado de todas las respuestas cuando se habla de lo que no se quiere ver: la Mesa Redonda.
Esto no es noticia, sino lo que viene: cuando las muchachas que protagonizan la encuesta reciben la categórica afirmación, ellas, con caras de “yo no fui” (o mejor: de “yo no tengo la culpa”) responden entre afligidas y cumplidoras de una “misión del partido” (casi lo es): “Pero no, compañero, eso no es así, se trata de un programa instructivo, necesario, blablabla, o sea: no se va a cambiar”, y si algún ingenuo o tenaz (como la madre de un compañero de estudio) insiste: “ay, m´ijita, ¿pero hasta los domingos”, las no menos pertinaces encuestadoras alegan: “Pero claro que sí, nunca es suficiente, y pasemos a otro tema: de eso no se habla”.
La Mesa Redonda fue un espacio que, de modo coyuntural surgió en el canal principal de la TV cubana (Cubavisión) hace aproximadamente ocho años, a raiz de los sucesos con el niño Elián González, que comenzaron en noviembre de 1999. Entonces era interesante porque salían las polémicas ( muchas veces, los “chanchullos” en Miami, conversaciones con abogados relacionados con el caso, etc). Y como todos aquí queríamos el regreso del pequeño a su padre, el espacio fue una suerte de “voz nacional”, de enlace entre un generalizado sentimiento humano y patriótico.
Lo que ha venido después (porque el programa, por decisiones “superiores”, claro, llegó para quedarse) es lo que resulta sencillamente intolerable.
Programas de este corte, se sabe, hay en todo el mundo, pero en todo el mundo son como tienen que ser: individuos representantes de diversos grupos de opinión de cualquier corte (político, económico, cultural, etc) disienten y por tanto discuten, y los televidentes participan muchas veces también desde sus casos y claro, disienten y discuten.
En todas partes menos en Cuba, se entiende, donde este programa que supera en aburrimiento, grisura, monotonía y “pensamiento único” a los peores de la Unión Soviética cuando existía, opera “por adición”: el mismo criterio compartido, repartido, dicho una y otra vez (de los buenos discípulos ya se sabe de quién, quien, valga la redundancia, cuando la cogía con ir no salía del set), sin siquiera, no ya otro divergente (impensable entre nos) sino con algún leve matiz diferenciador.
La cuestión es más o menos así: “como decía Fulano...”, “Yo quisiera agregar a lo que afirmaba Mengano...”, mientras si hay algún entrevistado desde cualquier otro lado del planeta, como en una telepatía digna de los mejores relatos científicos, repite casi exactamente lo que ya nos han dicho Fulano, Mengano y Esperancejo.
Y fíjense que para nada estoy hablando de política; aunque casi siempre es ésta la materia que se trata, si el tema es deportivo, cultural, etc, el método es lo mismo: suma, suma, suma...jamás contraste, oposición (mala palabra, ya sabemos), mera diversidad. Y también en cualquier terreno, lo mismo: el resto del mundo es el caos, el derrumbe, lo mal hecho, mientras Cuba (según la Mesa Redonda) es, sin más ni menos, el paraíso terrenal.
Randy Alonso, el conductor, es la anticomunicación en persona; no se trata de su inescamoteable fealdad (se sabe que no hay que tener una bella imagen para sí tener una imagen adecuadamente televisual, grata a la vista y la recepción) sino de su voz monocorde y carente de matices, características que reviste su “moderación” siempre moderada y modesta.
La periodista encargada de “rastrear” internet, faltaba más, lo hace siempre en sitios y artículos que de un modo u otro, calcen lo que dice el panel, por llamarle de algún modo a este grupito de repetidores y sofistas.
La dirección para TV es tan sombría y vieja como la misma concepción del programa: planos medios alargadísimos, alternancias entre reportajes y la conversación en el estudio, en un set que simula una inmensa catacumba o alguna nueva versión del Titanic, por supuesto, tras la hecatombe.
No hay mucho más que decir, de cualquier modo las encuestadoras tienen razón: habrá Mesa Redonda para rato, pero me gustaría terminar con un chiste del inolvidable humorista y escritor de costumbres Enrique Núñez Rodríguz, cuyo comprometimiento con el régimen no le impedía ser ingenioso y chispeante.
Dicen que, ya moribundo, le preguntó a alguien cercano:
_ “ ¿Cómo se dice “Mesa Redonda” en inglés?
Y ante el silencio del interlocutor, agregó malicioso:
- “Insopor-table”[1]
Nota:
1- “table”: “mesa”, en inglés.
http://cuadernomayor.blogspot.com/2007/0...o-se-habla.html

Nos vemos
Dirk

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