Llegando al pasado

28.03.2007 13:48
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#1 Llegando al pasado
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Publicado el 28 de March, 2007 en Opinion, Columnistas, Mario H. Concha Vergara
Para Carlos Marx y Federico Engels, el concepto de PLUSVALÍA significaba “el valor del trabajo no pagado al obrero asalariado, el cual crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista”. Desafortunadamente, y al parecer, ambos individuos tenían mucha experiencia al respecto pues, como muchos no lo saben, Federico Engels era un gran capitalista, un empresario, ejemplo de la revolución industrial británica, un gran acumulador de capitales, que logró bajo este sistema, que darían en llamar “la Plusvalía” hacerse archimillonario.

Este excedente “robado” al trabajador, obviamente, sirvió para alimentar a Carlitos, a su esposa Jenny y a la prole del nunca trabajador alemán. Seguramente y emulando a Carlos Marx, la gran mayoría de los “grandes revolucionarios” nunca produjeron un bien ni le trabajaron un minuto a nadie. La gran mayoría vivió y vive, del engatusamiento que hacen de los pendejos que siguen sus fábulas a las cuales para darle un tono más jerarquizante llaman ideología.

“Libertad sin socialismo es privilegio, injusticia; Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad”. - Mijaíl Alexándróvich Bakunin

II

Según Marx, al organizar la producción, el capitalista desembolsa una determinada suma de dinero para adquirir medios de producción y para comprar fuerza de trabajo sin perseguir más que un objetivo: obtener un excedente de valor sobre la cantidad de dinero inicial anticipada por él, es decir: obtener plusvalía.

Lenin, otro pendejo que vivió de lo que le daban sus seguidores (nunca trabajó), llamó a la teoría de la plusvalía piedra angular de la doctrina económica de Marx. El desarrollo del capitalismo cuyo principal motor es la sed de lucro, según Lenin, Mao, Castro y el último “revolucionario” al obtener plusvalía, conduce inevitablemente a que se agrave la contradicción fundamental del sistema, o sea la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de la apropiación de los resultados del trabajo; “conduce a que se agudicen las contradicciones de clase y, como consecuencia, el inevitable cambio revolucionario del capitalismo por un modo de producción nuevo, más progresivo: el socialismo”.

III

Esta teoría, muerta de muerte natural hace ya muchos años, podríamos decir desde que Lenin estableció el llamado “socialismo real” en Rusia y los países satélites avasallados por el imperialismo soviético, nació nonata. Nunca hubo, de acuerdo a estos principios teóricos más plusvalía que con el capitalismo estatal soviético, el cual no sólo se contentó con eliminar todo vestigio de organización sindical de los trabajadores sino que, además, impuso salarios de hambre, sin derecho a discusión, eliminando de una plumada el mercado laboral. En otras palabras, el trabajador ya no sería explotado por el capitalista sino por la casta burócrata que manejaba y dirigía al partido (comunista, o socialista, o de los trabajadores, o de los soviet de trabajadores, o PUS, como le llaman en estas tierras de gracia).

Afortunadamente, para la humanidad, estas idiotas ideologías desaparecieron con una vacuna llamada libre comercio y otra llamada globalización. Pero, al parecer, como la fiebre equina (pues quedaron vivitos y coleando algunos burros marxistas), y el dengue, estas plagas están siempre latentes y atacan desde la oscuridad hasta que logran transmitir el virus, contagiando a quienes están descuidado y no piensan en las consecuencias de lo endémica que pueden ser estas enfermedades que ya se han contagiado en Nicaragua (recaída), Bolivia, Ecuador y de Argentina aún no está claro, pues ellos tienen un anticuerpo que se llama “milicos” los que hasta el momento se han hecho los sordos, ciegos y mudos pues, al parecer, Che Néstor aún no es muy peligroso. El retrovirus que recibieron estos países se llama “bolivarinius pajosus” y se piensa que no es muy peligroso pues aún no ataca a las 300 grandes transnacionales del mundo que mueven el 80% de la economía mundial.

IV

Ahora bien, estos brutólogos (perdón, ideólogos) de la revolución (aunque todas se han transformado en “roboluciones”), obviamente, no consideraron los factores de la economía que crean la posibilidad de cambiar la materia prima en bienes y trabajo y por ende consumo y más riqueza. No consideraron algo muy importante: el desarrollo de las ideas. ¿Cómo se le prendió el bombillo a Tomas Alba Edison para crear la bombilla eléctrica de filamentos (que por cierto hoy ha tenido grandes progresos)? ¿Es que acaso la invención, las ideas, la creación no es una parte importante del valor? – Y ¿qué podemos decir del uso que le damos a los factores ciencia y tecnología? – ¿Acaso, las máquinas herramientas, las computadoras y todos los avances que hemos tenido para lograr mayor producción es también parte de la plusvalía? ¿Cuántos palitos de fósforo haría al día un obrero con un cuchillo en lugar de una máquina? ¿Talvez noventa? ¿Sería justo devolverle a él, de acuerdo a la teoría de la plusvalía, el excedente (si es que lo hay, pues primero hay que ir al mercado y vender?) creado por la máquina que hace 10 millones de palitos de fósforo por minuto? - ¿Y, la organización: quienes organizan la producción, cómo, cuándo, a qué costo, cómo se ataca al mercado, cómo se distribuye, cómo se ganan los clientes, etc.?

En una fábrica de automóviles quiénes son expropiados más, ¿los trabajadores que fabrican el chasis, los que fabrican el motor, los que fabrican la carrocería, los que hacen los neumáticos, las partes y piezas? - ¿Cómo se mide ese valor si no es por medio de la producción y de los componentes exógenos al valor trabajo que tiene cada unidad a producir?

¿Debe un gato ser mejor tratado que un perro? Por lo general los perros atrapan más ratas que los gatos y muchas veces el costo de alimentarlos, vacunarlos, bañarlos, etc. es el mismo. Sin embargo, el perro , además, mantiene a raya a los ladrones, nos mueven la cola y juegan con los niños…

Para muchos de los actuales brutólogos del socialismo del siglo veintiuno el valor del trabajo de los seres humanos debe ser igual, es decir, un intelectual o inventor debe ganar lo mismo que, por ejemplo, un ministro que por lo general no sabe nada de nada y, lo peor aún, es que no saben que no saben y por lo general, por no decir casi siempre, los intelectuales si sabemos que no sabemos y por eso ideamos, creamos, pensamos, desarrollamos el intelecto y, por lo tanto, debe quedar claro que sin los factores tierra, capital, trabajo, organización, ciencia y tecnología y, principalmente, pensamiento, nada podría hacerse para transformar la naturaleza y hacer de este mundo algo mejor. Por esto y mucho más es que debemos entender que la Plusvalía Económica es una estupidez tan grande como la cabeza de su creador. La Plusvalía no es más que una cacofonía económica…

Autor: Mario H. Concha Vergara

http://www.lahistoriaparalela.com.ar/200...sado/#more-2563

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José Ortega y Gasset: "Ser de izquierdas, como ser de derechas, es una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil; ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral".


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