Frauenrechte in El Salvador

07.08.2004 14:16
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#1 Frauenrechte in El Salvador
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Hallo,

der neue Aufsatz meiner Freundin.
Hat mich schockiert, als sie ihn mir zum Querlesen geschickt hat.


Quién defiende a las mujeres en El Salvador?
Por: Isabel Soto Mayedo (*)


Las mujeres salvadoreñas suelen sentirse indefensas ante la violencia intrafamiliar porque las autoridades policiales y la sociedad en general acostumbran a tomar partido por sus esposos agresores.
Uno de los últimos casos registrados fue el de la ex universitaria nombrada Carolina, maltratada de múltiples formas por su pareja, pero culpada de no querer colaborar y de desobediencia por miembros de la PNC, al denunciarlo.
Aunque la joven acató las sugerencias de los especialistas del Instituto Salvadoreño de la Mujer (ISDEMU), de demandarlo en los juzgados de familia por maltratos, tuvo que enfrentar un procedimiento legal demorado y engorroso.
La legislación vigente en la nación más pequeña de Centroamérica - y también la más peligrosa- delimita la violencia en sicológica, física y sexual, pese a lo cual la sociedad y las autoridades no siempre apoyan a las féminas.
Cuando de igualdad de oportunidades y beneficios sociales se trata, la distancia entre ambos géneros resulta insalvable, aunque ellas constituyen mayoría según el padrón electoral elaborado con vistas a los comicios del 21 de marzo de 2004.
Incluso, a pesar de que para muchos vinculados a la política en El Salvador las mujeres decidieron la cuarta victoria de la Alianza Republicana (ARENA) entonces, no existe una estrategia oficial que las favorezca.
Durante los tres gobiernos ejercidos consecutivamente por ese partido de derecha en los últimos 15 años, los índices de violencia contra las mujeres -tanto intrafamiliar como sexual- se han incrementado e influyen en el desarrollo humano de ellas.
Según el ISDEMU, el maltrato resultante de cualquier relación familiar, cercana o no, representó el 91,6 por ciento de los casos de abusos contra las mujeres, registrados en 2002.
El Programa de Saneamiento de las Relaciones Familiares de esa entidad gubernamental señaló que, en igual período, el 87 por ciento de los agresores eran los cónyuges o compañeros de vida, con los cuales las mujeres conviven día a día.
Violaciones, abusos, incesto y estupro, suelen darse en El Salvador contra las mujeres: sólo del segundo semestre de 2001 al primero de 2003, el 88 por ciento de los casos correspondían a féminas vejadas sexualmente.
Por cada agresión sexual a un hombre, los especialistas de la oficina del ISDEMU contabilizaron 13 abusos similares contra mujeres.
Desde 1999 se comprobó, además, con ayuda del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que un 48,2 por ciento de los 6,6 millones de habitantes del país desconoce los derechos de las féminas.
El 21,7 por ciento de las mil 251 personas entrevistadas entonces reconocieron al maltrato intrafamiliar como lo que más las afecta, luego la situación económica (9,4), el acoso sexual (7,6) y la infidelidad (7,4).
Como causales de esos problemas, los encuestados consideraron principalmente al machismo, la deslealtad masculina, las penurias económicas y los conflictos familiares.
Aunque en 1996 el Estado salvadoreño se había comprometido a aplicar la Política Nacional de la Mujer, tres años después un 84,2 por ciento de nacionales desconocían servicios o acciones gubernamentales encaminadas a la defensa del sexo femenino.
Alrededor del 67,2 por ciento de las salvadoreñas dijo sentirse desprotegida en su vida diaria por los servicios estatales de asesoría legal contra la violencia, la paternidad irresponsable, la salud sexual y otros.
Para una mayoría (63,6), la mujer continúa llamada a conformarse con lo que su hombre puede darle, en un país donde la pobreza afecta a más del 42 por ciento de la población y el desempleo a un 43, según informes del PNUD.
Estos conceptos se reflejan en la cotidianidad salvadoreña, pues aunque el 77,6 por ciento de la población no participa en ninguna asociación, los hombres prevalecen en organizaciones políticas.
Además, la baja autoestima, el maltrato sistemático y la inexistencia de modelos alternativos de referencia posibilitan entre las mujeres la aceptación de su imagen como objeto sexual, frecuentemente explotada por los medios.
Ellas representan también un porcentaje relevante cuando se habla de pobreza, aunque ese flagelo vulnera a todos y varía en dependencia de la geografía, condiciones económicas o suerte.
Un estudio realizado por la Universidad Centroamericana José Simeón y PNUD reveló, en 2002, que la disparidad se evidencia sobre todo en los salarios que perciben unos y otros.
La mujer recibe 16,3 por ciento de remuneración menos que el hombre, pero la diferencia se acentúa mayormente en el área urbana, donde la brecha se amplía a un 30.
Otro índice de la pobreza en El Salvador es el nivel educativo, muy bajo en muchas féminas por su proclividad a desertar de los estudios en una sociedad que las conmina a la vida doméstica, tanto en el campo como en las ciudades.
Entre 1996 y 2002, disminuyó el número de mujeres con respecto a hombres que no cuentan con algún grado aprobado, sin embargo, la diferencia entre las que carecen de estudios avalados sobrepasa en un 25,9 por ciento a la cifra registrada entre los varones.
Las afortunadas que cuentan en El Salvador con más de dos años escolares vencidos presentan otra paradoja: a mayor instrucción, mayor la diferencia entre salario y trabajo realizado por integrantes de ambos sexos indistintamente.
Así se da entre las empleadas domésticas, que sin escolaridad son remuneradas por las labores que ejecutan en casas ajenas, y las secretarias, cajeras, dependientes u otras, sólo compensadas por su trabajo público y no por el hogareño.
Una sociedad eminentemente patriarcal y una cultura machista por excelencia clasifican entre las principales razones de la diversidad de problemáticas que enfrenta la mujer salvadoreña desde tiempos ancestrales.
A esto se suman la poco seria política estatal con respecto a la defensa de sus derechos, los bajos índices de escolaridad y el escaso nivel socioeconómico predominante.
Tales razones inclinan a varias organizaciones feministas y de derechos humanos a correlacionar las múltiples formas de opresión que padecen las mujeres en esta y otras sociedades de la región y los crímenes cometidos contra ellas, a diario, sin esclarecer.

La autora es periodista de la Redacción de Centroamérica y Caribe, de PRENSA LATINA

Una mujer guapa es un peligro, una fea un peligro y una desgracia


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21.09.2005 15:30 (zuletzt bearbeitet: 20.11.2005 18:16)
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