ANTE EL INTENTO DE SECUESTRO DE UN AVIÓN

Por Ángel Alonso Dolz

4 de mayo de 2007

España - bitacoracubana - Los recientes sucesos en el aeropuerto José Martí de la capital cubana, son una muestra de la desesperación de un pueblo por alcanzar la libertad; en este caso son tres jóvenes obligados a prestar servicio en unas fuerzas armadas con las que no se identifican en lo absoluto, desplazados desde su provincia de origen hasta una unidad militar en una zona rural de la provincia La Habana, a 25 kilómetros de la capital.

Estos reclutas, sometidos a las peores condiciones de vida en sus unidades, son objeto de constantes vejámenes por la oficialidad que los dirige, incluso por aquellos reclutas que deciden, para obtener algunos pequeños privilegios, fungir durante cinco años como sargentos instructores.

Literalmente, el soldado cubano del SMO (Servicio Militar Obligatorio) es tratado a patada limpia y deben cumplir extenuantes jornadas de trabajo en los centros donde se encuentran emplazados, disponen de pésimas condiciones en los alojamientos y sufren escasez de alimentos y agua potable.

Los que proceden de provincias diferentes a aquella donde son destacados, solamente obtienen permisos para visitar a sus familiares tras largos períodos, que en ocasiones exceden los tres meses y son sumamente cortos.

Los mejores jóvenes de la nación ven interrumpidos sus planes de vida cuando son llamados a filas; abandonarán sus estudios por dos años prorrogables a veces por uno o dos meses adicionales, interrumpirán su vida cotidiana contra su voluntad y percibirán cada mes una asignación que no suma nunca el valor de un dólar.

La familia, cerca o lejos, deberá suministrar al recluta algunos productos comestibles envasados, ropa interior, jabón y algún dinero para cuando dispongan de pases cortos y puedan desplazarse hasta las poblaciones cercanas a su emplazamiento, para comer un bocadillo, pasear por un parque o disfrutar de un aire de cierta libertad.

La reclusión en las unidades y bajo tal régimen de vida, conspira contra el equilibrio mental de estos jóvenes, que todavía no alcanzan la madurez necesaria para reflexionar ante sus decisiones. De ahí que muchos se inician en el hábito del consumo de cigarrillos y hasta de drogas, aunque lo más seguro es que desde su permanencia en las unidades militares, se hagan adictos al alcohol.

El tiempo perdido en jornadas de guardia, los pocos ratos de asueto, principalmente en las largas noches de un recluta, les hacen intercambiar criterios y opiniones, rezumar sus rencores contra el oficial que los reprime, contra el sistema social sin salida en el que están obligados a vivir sin esperanzas de cambios y finalmente, sin opciones de futuro.

Decidir la sustracción de unas armas, arrostrar la aventura de lanzarse contra un aeropuerto y pretender el secuestro de una aeronave, es un síntoma de desequilibrio emocional y al mismo tiempo de ignorancia, por los efectos que su acción pudiera desatar.

Los reclutas capturados ignoraban que de haber tenido éxito su locura, el resultado final sería su devolución a la isla, con las consabidas consecuencias del caso. Esperemos ahora que los que tienen a su cargo la dirección de la nación, tengan un mínimo de condescendencia hacia ellos y la pena que se les aplique no incluya el fatídico paredón.
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NO A UN SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO QUE NO TIENE RAZON DE SER

Según el régimen castrista Yoan Torres Martínez, de 21 años, Leandro Cerezo Sirut, de 19 años y Alain Forbus Lameru, también de 19, naturales de la provincia de Camagüey, desertaron de la unidad militar de Managua, 25 Km. al este de La Habana, dando muerte al centinela de dicha unidad toda vez que estaban armados con AK-47. Alain fue detenido y supuestamente avisó de los planes de sus compañeros de fuga, quienes a su vez tomaron un autobús con varios rehenes e intentaron secuestrar la madrugada del jueves un Boeing 737 de la Terminal 1 del aeropuerto de La Habana, lo que desató un tiroteo con la policía, resultando muerto uno de los rehenes, el teniente coronel Víctor Acuña, quien supuestamente intentó evitar el secuestro cuando ya los reclutas estaban en el avión.

Todo eso es parte de la versión oficialista, la única versión posible en Cuba, y con el agravante de que no han perdido tiempo en pasarle las culpas a los Estados Unidos debido a la llamada Ley de Ajuste Cubano, la cual concede residencia a los cubanos que emigren por cualquier vía y toquen suelo estadounidense; esto sin tomar en consideración la posibilidad de que los muchachos inicialmente sólo pretendieran escapar de la unidad militar a la que estaban adscritos mientras cumplían con el terrible Servicio Militar Obligatorio cubano.

El Código Penal cubano en su artículo 29 establece la pena capital de "carácter excepcional" que "no puede imponerse a los menores de 20 años de edad ni a las mujeres que cometieron el delito estando encinta o que lo estén al momento de dictarse la sentencia". Según la ley, a dos de ellos no se le podría imponer tal pena y esperamos que tampoco corra esa suerte Yoan Torres, quien cuenta con 21 años, a pesar de la gravedad de los delitos imputados.
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