UN FUNERAL ANUNCIADO

16.01.2007 18:11
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#1 UN FUNERAL ANUNCIADO
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Rey/Reina del Foro

HAY DOS ASPECTOS a destacar en la noticia sobre la gravedad de Fidel Castro dada a conocer por el diario español El País. Uno es lo detallado de la información. Otro es el prestigio del periódico. Ambos llevan a pensar que lo publicado es cierto.
A esto se suma que El País obtuvo los datos del hospital Gregogio Marañón, quizá la única otra fuente en el mundo, más allá de los médicos cubanos, con conocimiento de lo que le viene ocurriendo al gobernante cubano.

Bajo la premisa de que la noticia es verdadera, sólo quedan dos preguntas: ¿agoniza el mandatario, lo mantienen con vida artificialmente, o ya murió? Lo segundo es un rumor que viene circulando con fuerza desde finales de año y que ahora seguramente se disparará.
Lo más probable es que la muerte de Castro sea inminente. Apenas queda el iniciar su funeral.

La nota de El País confirma y agrega detalles a lo que comenzó a ser claro el dos de diciembre y se prolongó por lo poco que quedaba del año: la ausencia del gobernante era definitiva; una isla llena de punta a cabo de carteles con su imagen y un hermano ya en el poder de forma plena confirmaban que lo que comenzó a organizarse como una celebración en la que al menos se pensó contar con su presencia física o al menos nuevas imágenes concluía como un ensayo mortuorio y la puesta en funcionamiento de un nuevo gobierno.

Ahora sólo queda, para cuando se produzca el anuncio oficial de la muerte, poner en marcha el operativo de seguridad (que arrancará con precisión matemática pocas horas antes del comunicado) e iniciar el funeral, que se extenderá por una semana o el tiempo necesario para la asimilación de la noticia por parte de la población.

Este proceso de asimilación cuenta con la ventaja para el régimen de que, ya a estas alturas, lo que falta es la confirmación de la noticia, no la noticia en sí: durante meses, el pueblo cubano ha ido asimilando la realidad de una vida sin Castro. Poco a poco, el “está, pero no está” inicial se ha transforma en un “no está y no vuelve”. Hoy nadie espera su regreso en Cuba.

Esta muerte paulatina, tan alejada de la imagen del guerrillero, es el último capítulo de una vida en donde la apariencia siempre se impuso sobre la realidad: morir joven y repentinamente nunca estuvo en su planes. Nadie se sorprenderá ante el anuncio de su desaparición.
La preparación para el anuncio de la muerte de Castro ha sido cuidadosamente organizada por La Habana, que como paso previo conocía la necesidad de romper con una norma previamente establecida con un rigor absoluto: el secreto de Estado, decretado por el mismo gobernante, sobre su estado de salud. Esa fue una razón adicional —decidida indudablemente por Raúl Castro— para llamar con carácter urgente a un cirujano español.

Desde un primer momento quedó claro que la presencia en La Habana del cirujano español José Luis García Sabrido era una cuña inevitable al secreto de Estado.
Lo que a partir del 31 de julio —luego del traspaso temporal del poder y el anuncio de que el gobernante había sido sometido a una delicada operación quirúrgica — quedó para conocimiento de un grupo muy reducido, se ampliaba el 24 de diciembre a otras personas que en última instancia el gobierno de la isla sabía le resultaría imposible controlar.

Más allá de buscar una opinión médica o un tratamiento, y el objetivo de desmentir el fuerte rumor de que Castro tenía cáncer, la llegada a Cuba del médico español significó el dejar en claro que el régimen reconocía que el secreto de Estado, de una forma o de otra, tenía los días contados.
Aún está por conocerse —algún biógrafo lo hará en el futuro— cómo se mezclaron las decisiones familiares y políticas en los días finales de Fidel Castro. ¿Limitó el factor de la confianza política el consultar a otros especialistas durante las primeras semanas? De acuerdo a la información de El País, es posible que algunas de las decisiones médicas tomadas en la operación principal no fueran las más adecuadas. ¿Influyó en ello el preservar la imagen heroica del gobernante?

Aunque la noticia de la visita del doctor García Sabrido no ha aparecido en la prensa cubana, quienes viven en la isla han ido conociendo, posiblemente de forma incompleta, la existencia del viaje. No hay duda que la información de El País también se sabrá —o ya se sabe— en Cuba. En cualquier caso, el régimen no tiene interés en divulgar detalles. Pero al mismo tiempo poco puede hacer, o ya no le interesa, por impedir los rumores de que el final de Fidel Castro está cercano.

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Nos vemos
Dirk
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